Me habría gustado conocer a Perico de Ayala. Era criado de Fernando el Católico, que lo apreciaba por su donaire y por su ingenio.
Una vez el rey pasó por Córdoba y vio a las afueras de la hermosa ciudad un gran montón de tierra. Preguntó por qué estaba ahí ese promontorio, y le dijeron que todos los pueblos moros habían tenido la obligación de llevar cada año, en señal de tributo y sumisión a Córdoba, una medida de tierra.
Pidió el rey a sus sabios que le dijeran el volumen de tierra que había ahí. Ninguno de ellos lo pudo calcular. El rey, por broma, le ordenó a Perico que hiciera el cálculo.
-Señor -respondió él después de fingir que hacía profusas operaciones matemáticas en un papel-. Si se hace una caja en la cual quepa la mitad de la tierra que hay en ese montón, el montón medirá exactamente dos cajas.
Me habría gustado conocer a Perico de Ayala. Sabía que para toda pregunta hay una respuesta, y que la respuesta será conforme sea la pregunta.
¡Hasta mañana!...