Doña Rosa, la mujer de don Abundio, es mujer sabia.
Todas las mujeres son sabias, pues todas tienen la sabiduría de la vida. Pero ella tiene además otra sabiduría: la de la sencillez.
Doña Rosa, mientras teje, reza el rosario. Doña Rosa, mientras reza el rosario, teje. Explica: “Si rezo sin tejer siento que faltó algo. Si tejo sin rezar siento que algo faltó”.
Esta humilde mujer pone en práctica, aun sin conocerlo, el lema de los benedictinos: “Ora et labora”. Reza y trabaja. Sabe que la oración sin obras es palabras, y que las obras sin oración carecen de sentido de la trascendencia.
Yo miro rezar a doña Rosa, y la miro tejer, y veo que en su oración están las verdades de la tierra, y que en su tejido están las verdades del cielo. Oración y tejido juntos. Y juntos cielo y tierra.
¡Hasta mañana!...