¿Cuántos años tendrá esta castaña? Así, “castaña”, se llama en nuestra tierra a un cofre o baúl, quizá por tener la tapa redondeada, al modo de ese fruto.
Desde que yo recuerdo la recuerdo. Y la recuerdo en el mismo lugar: el rincón de la alcoba de la abuela, junto al ropero catedralicio de tres lunas.
Yo, de pequeño, le tenía miedo a la castaña. Había visto en el teatro de mi ciudad un dramón decimonónico en el cual la malvada mujer que odiaba a su marido le quitaba la vida dejando caer sobre él la pesada cubierta de un arcón.
Ahora la castaña no es para mí cosa de miedo, sino de evocación. La abro y aspiro su perfume arcaico. Huele a madera y cuero; tiene la agridulce fragancia del membrillo que mi mujer pone en su interior para aromar la ropa.
Cuántas cosas temí que ahora amo... Y -tristemente- cuántas cosas amé que ahora temo.
¡Hasta mañana!...