El viajero llega a Lieja, y visita la iglesia de Saint Barthélémy. Ahí mira la hermosa pila bautismal fundida en bronce por Reiner de Huy.
En el vaso de la pila aparece la figura desnuda de Jesús, inmerso hasta la cintura en el Jordán. A su lado está Juan el Bautista vertiendo en la cabeza del Señor las aguas del bautismo. Sobre ellos se ve el Espíritu Santo, y en lo más alto asoma el rostro de Dios Padre, que contempla desde su majestad la escena.
Lo más conmovedor, sin embargo, es que la pila se apoya toda en un círculo de humildes bueyes que sostienen sobre sus lomos la gloria del Cielo y de la Tierra.
El viajero contempla esta obra de arte, y piensa que sin humildad no puede haber grandeza.
¡Hasta mañana!...