Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que recuerda sus oraciones de niño, dio un nuevo sorbo a su martini y continuó:
-Mi personaje preferido es el don Juan. Creo que todo hombre en sus cabales ha deseado alguna vez ser un don Juan, y que toda mujer -en sus cabales también- ha deseado toparse con alguno. Durante muchos años lo he estudiado, y no podría desentrañar por qué Tirso de Molina condena a don Juan a ir al infierno mientras que Zorrilla lo hace salvarse e ir al cielo.
-Pensaba yo que eso era por la diferencia que hay entre el teólogo que era Tirso y el poeta romántico que Zorrilla era. Aquél hace prevalecer la justicia de Dios; éste destaca su misericordia. Pero en mi última lectura de don Juan hallé que no es así. En Tirso don Juan es un “burlador”. Para conseguir a una mujer la engaña. Hace lo mismo que el más infeliz galán de barrio: le promete matrimonio. El don Juan de Zorrilla, en cambio, es un seductor: conquista a la mujer con el puro encanto de su palabra, le da lo que ella pide: amor.
-El Burlador de Tirso va al infierno no por amar, sino por mentir. Por amar ninguno va al infierno.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...