Hay una vieja estampa de la Edad Media que representa a Cristo muerto, yacente en el regazo de su madre. Es ésa seguramente una de las primeras Piedades que conoció el arte europeo.
La primera vez que la miré supuse que el artista había dibujado con torpeza, que claudicó en las proporciones. Cristo, en efecto, aparece muy pequeño, como si su cuerpo se hubiese reducido con la muerte. Comparado con la figura de María, Jesús parece un niño.
Tiempo después entendí la sabiduría del ignorado pintor, anónimo como casi todos los artistas del medioevo. Deliberadamente dibujó a Jesús muy pequeño: a los ojos de una madre su hijo no deja nunca de ser niño.
Así, como un niño pequeño, aparece en el regazo de María el Cristo muerto. Ella, aun en su dolor inmenso, tiene la tierna postura de una mamá que arrulla a su hijo para que duerma el sosegado sueño del amor.
¡Hasta mañana!...