¿De dónde vino a mí esa golondrina?
Lo pregunto porque estoy cierto de que esta golondrina vino para mí.
Puso su nido en la puerta de la galera vieja, y eso nos alegró, porque dice la gente del Potrero que si una golondrina hace su nido en tu casa, en el nido y en la casa habrá felicidad.
El leve pajarillo, pues, nos trajo en su pico la ventura. Yo recibí ese don, agradecido, y ordené que no dejaran al gato acercarse al nido de la golondrina.
Nacieron los polluelos, y al paso de las semanas aprendieron a volar. Yo los miré, funámbulos del aire, estrenando con júbilo sus alas.
Ahora el nido está vacío. Las golondrinas se fueron cuando llegó el primer frío del otoño. Pero vendrán de nuevo el próximo año, y habrá nuevos polluelos y nuevos volatines en el aire. Todo se va, y regresa todo. Se va la vida -eterna golondrina- y vuelve otra vez a hacer su nido en nuestra casa.
¡Hasta mañana!...