Antes cada hombre tenía un ángel de la guarda.
El ángel de la guarda -también llamado ángel custodio- se encargaba de proteger al hombre que le había sido encomendado. Lo cuidaba; lo llevaba por buen camino; lo apartaba de riesgos y peligros.
Un día el Señor llamó a todos los ángeles de la guarda.
-En adelante -les dijo- ya no serán ustedes ángeles de la guarda de los hombres. Serán ángeles de la guarda de mis demás criaturas: los árboles; las flores; los animales de la tierra; las aves del cielo; los peces que habitan en el mar...
-¿Por qué, Señor -preguntó un ángel- no quieres ya que seamos custodios de los hombres?
Contestó Dios:
-Porque son el mayor peligro que hay. Están destruyendo el mundo que les di. Mis criaturas necesitan un ángel de la guarda que los proteja de ellos.
Por eso ahora el colibrí tiene ángel de la guarda, y el elefante, y la ballena... El hombre no.
¡Hasta mañana!...