Esta joven mujer agoniza víctima de la tuberculosis en la región de los páramos de Yorkshire.
Sabe que la vida pronto se le va a acabar. Mira a un niño que va por el camino; escucha a lo lejos la campana de la aldea; aspira el perfume de una rosa que duerme en el florero de cristal, y medita que quizá el siguiente día ya no podrá mirar, ni oír, ni percibir el aroma de una flor. Pero piensa en Dios -en los días finales se piensa siempre en Dios- y escribe estas palabras:
“... Si sólo Tú existieras, todo cuanto ha existido y cuanto existe seguirá existiendo en Ti...”.
Esa joven mujer agonizante sabía que en el Todo seguiremos viviendo todos. Se llamaba Emily Brontë, y es la autora de “Cumbres borrascosas”.
¡Hasta mañana!...