Apenas cae la tarde las mujeres del Potrero hacen que sus gallinas entren en el gallinero.
Y es que ronda el coyote por ahí. Se atreve tanto a veces que a plena luz del día llega al rancho, y se le ve de pronto correr hacia el breñal llevando entre las fauces la gallina que, imprudente, se alejó demasiado de las casas.
Yo acompaño en su sentimiento a doña Rosa, la desolada dueña de la gallina que el coyote se acaba de llevar. Pero pienso que el coyote forma también parte de la vida. Y la vida, como la muerte, es neutral. No fue cruel con la gallina, ni generosa con el coyote. Sencillamente fue. Fue la vida.
Y como fue la vida, fue la muerte. Tras de la muerte la vida volverá a ser. En ese círculo vamos todas las criaturas. Pienso eso mientras lamenta doña Rosa la pérdida de su gallina. Claro que no le digo lo que estoy pensando. Le digo nada más que la acompaño en su sentimiento.
¡Hasta mañana!..