La higuera de mi jardín es grande. En el verano sus hojas forman un tejado que no me deja contemplar el cielo cuando salgo por la mañana a ver el sol.
Pero el otoño viene, y el árbol lo recibe con una alfombra de hojas color de oro. Entonces, a través de sus ramas, empiezo a ver el cielo que ayer se me ocultó. Llega el invierno, y ya sin estorbos puedo volver la vista hacia la altura.
Así, pienso, es la vida. Conforme pasa el tiempo vemos mejor lo que está arriba: por la mañana, el transparente azul del aire; por la noche, la claridad de las estrellas. Son hermosas las frondas de la primavera. Pero, en invierno, cuando ya no hay hojas, el cielo se puede ver mejor.
¡Hasta mañana!..