Me habría gustado conocer a Madeleine Paumier, francesa.
Su oficio era el de cocinera. Servía en una casa rica. Cierto día horneó unos panecillos. Los metió al horno en un molde de papel, y así los presentó, con ese adorno de papel rizado. Tanto gustaron sus pequeños bollos, y el modo en que los ofreció, que bien pronto en París fueron famosos. Hasta nuestros días esos panes se llaman “madeleines”.
Me habría gustado conocer a Madeleine Paumier.
Por ella supe que quien hace bien las cosas puede inmortalizarse, aunque lo que haga sea tan humilde como unos panecillos envueltos en papel.
¡Hasta mañana!...