¿Quién dice que el sol no cabe en una taza? Mírenlo: está en el ponche que me estoy tomando.
Tiene sabor de guayaba esta mirífica bebida, y tiene sabor de caña y ron. Afuera hace un frío capaz de congelar el ecuador, pero una sola gota de este ponche haría que la temperatura de la Antártida subiera a 25 grados Celsius sobre cero.
Bendigo este prodigio que me bendice a mí. Cuando lo bebo, en mí mismo me embebo. Me pone en paz con mis pequeñas guerras. Hecho de agua y de sencillos frutos de la tierra, se vuelve maravilla. Todas las cosas, en verdad, son maravilla. Todas son gracia, y todas bendición. Le doy un breve trago a este ponche, y el alma me sonríe desde adentro, y desde afuera me sonríe el mundo.
¡Hasta mañana!...