EL TRAÍDO Y LLEVADO Distribuidor Vial Revolución más conocido por sus siglas DVR, no viene siendo nada más que otro caso, irritante si ustedes quieren, pero otro asunto como tantos otros que la ciudadanía se ha tenido que tragar y sin hacer gestos.
UN PROYECTO QUE DESDE su concepción causó júbilo entre los habitantes de la ciudad, pues pensaron que les aseguraba ponerlos a unos pasos de la modernidad vial, de la que otras ciudades del país ya disfrutan. El pueblo llano contemplaba la construcción hasta, como dirían los opinadores de los medios, con asombro y orgullo.
LOS CHICOS DE LA INICIATIVA privada representados por sus más conspicuos y cápulos empresarios, que desde sus principios ya se habían disputado la ejecución de la obra, finalmente se retiraron a sus plácidos y tranquilos campos de golf para guardar sus armas en espera de nuevas y mejores oportunidades.
SIN EMBARGO A LOS ganones del tan ambicionado proyecto de construcción no les fue tan bien como lo esperaban. Desde los primeros escarceos de la obra empezaron a sentir un ambiente raro que no podían entender ni descifrar totalmente. A medida que la obra avanzaba, los vientos que venían de la peronera capital del estado empezaron a calar hondo en el espinazo de los entusiastas constructores.
LOS QUE DICEN SABER de estas cosa, aseguran que el proyecto de ingeniería fue de origen español (nada tiene que ver con don Juan Camilo Mouriño) era bueno y probada su ejecución en el país y fuera de él; pero, (siempre los mexicanos tenemos no uno sólo, pero tenemos muchísimos) no se pudo finalmente llegar a ejecutar de la forma y manera que la tecnología exigía.
UNO DE LOS PRIMEROS problemas que sufrió la obra, fue las diferencias de criterio respecto a los tiempos y la aportación de los recursos económicos. En aquel tiempo, como dicen los lectores de evangelios, dos o tres personajes de la política estatal ya estaban ambicionando llegar a la silla grande del Palacio Rosa de Saltillo.
EN ESA ALOCADA CARRERA y sin importarles cumplir con el encargo por el cual se les pagaba, y más tratando de satisfacer sus muy personales ambiciones prefirieron llevarse literalmente entre las patas, a la ciudadanía de Torreón.
LA DESCOORDINACIÓN de los funcionarios a sus dos niveles, la falta de vigilancia durante el desarrollo de la construcción por parte de todos los que de una u otra manera eran los responsables de la eficaz construcción del DVR, tuvo sus naturales consecuencias que ahora han llegado desgraciadamente a su demolición.
EL ASUNTO DEL DVR no es otra cosa que una muestra más de la desatención y descuido que los principales grupos económicos, sociales y educativos de la Comarca, ha venido manifestando de manera reiterada, cuando de enfrentar a los problemas de la comunidad se trata.
SEGUIMOS JALANDO cada quién para su santo. Aquel viejo espíritu de los pioneros que hicieron estas tierras, parecería que se ha perdido. Pocos problemas o quizá ya ninguno, toca o motiva la sensibilidad de los laguneros. No hay protestas públicas de ningún grupo o sector. Solamente por poner un ejemplo: en una región donde existen más de 22 universidades no se manifiesta una sola inquietud juvenil sobre la problemática local, estatal o nacional.
ES EL DESAPEGO Y la indiferencia ante los problemas propios y de nuestros semejantes, viene siendo la divisa que nos distingue de otras sociedades. Es por ello que no debemos ahora lamentarnos de lo que sucedió con el DVR, que no es otra cosa, que el propio descuido y la falta de vigilancia de parte de todos nosotros, sobre las personas que nos gobiernan. El fracaso del DVR es responsabilidad también de nosotros.
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