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Mirando a fondo

Víctor G. González Avelar

ESTA ES LA SEGUNDA llamada de alerta. Cada día está más cercano el mes de febrero, fecha siniestra en que muchos mexicanos proceden al inicio del sagrado ritual de “arrase con los árboles de su banqueta”. Ya se pueden distinguir por las calles de las colonias a esos siniestros personajes que las recorren machete en riestra callados y taciturnos, en busca de la dicha infinita de poder asesinar algún descuidado árbol. Algunos de estos sujetos llegan montados en camiones de la Comisión Federal de Electricidad, adicionados con enorme grúa desde donde proceden a ejecutar el ecocidio, esta vez con el argumento de que las ramas ponen en peligro los cables de energía. Los otros no tienen ni éste pretexto.

LA COSTUMBRE SE ENCUENTRA muy arraiga y no dudamos será difícil lograr que desaparezca. En este renglón las autoridades de los municipios han demostrado a través de los años, un gran desinterés. ¿Qué son finalmente los árboles en una comunidad? Sobre ello se podrían exhibir cientos de miles de artículos, libros, tesis y textos; pero no siendo el que escribe un perito en la materia, me limitare a mencionar algunos de los beneficios que ese don de la naturaleza dispensa al género humano.

LOS ÁRBOLES SON PARTE predominante del ecosistema de las ciudades debido a que previenen la erosión, constituyen un elemento primordial del paisaje urbano y forman parte de su equipamiento y riqueza natural. Es la dendrología la que estudia de manera científica a los árboles así como la práctica de sus cuidados y conservación.

LA BELLEZA Y NIVEL CULTURAL de algunas de las ciudades más importantes del mundo se apoya y fundamenta precisamente en el primor, calidad y el cuidado de sus árboles. Nos prodigan su refrescante sombra y el esplendor de su follaje; Produce, mediante complicados procesos químicos y de fotosíntesis, el oxigeno que todos necesitamos para vivir y que millones de vehículos destruyen todos los días por causa de la combustión interna de los automotores.

NOS PODRIAMOS IMAGINAR el Bosque de Chapultepec talado, o los camellones y andadores del Paseo de la Reforma sin árboles, el Bosque de Tlalpan, el Venustiano Carranza, la sierra de Arteaga, bien talados por que sus árboles tiran hojas. Los viveros de Coyoacan arrasados porque ahí viven ardillas, el Parque Guadiana en Durango bien podadito porque los pájaros hacen sus necesidades en las ramas de los árboles. Seria francamente muy difícil imaginar un desastre de tal magnitud.

SIN EMBARGO, UNO se hace la gran pregunta viendo los ecocidio que vemos por todas partes: ¿Cuál es la razón por la que algunas personas talan y destruyen los árboles que están en las banquetas frente a sus casas y que no son de su propiedad, hasta dejarlos como postes de teléfono?

LA CIENCIA DE LA DENDROLOGÍA recomienda que en algunas ocasiones es necesario quizá cortar algunas ramas para armonizar o conformar la figura de un árbol; pero eso de agarrarlo a machetazos sin ninguna ciencia causándoles no una poda, sino una verdadera “joda” no tiene sentido. Es por ello que no podemos quedar nos impasibles en estos meses de enero, febrero y marzo viendo agonizar en las banquetas, llenos de heridas que les infligieron sin ton ni son los talamontes urbanos, a nuestros árboles.

QUE BUENO SERÍA que las autoridades municipales se preocuparan un poco más respecto de este delicado problema que afecta gravemente la ecología en nuestras ciudades. Los árboles dan belleza, señorío y calidad de vida a las poblaciones. Reflejan sin lugar a dudas, el estatus cultural de las poblaciones. Casi podría afirmar sin temor de equivocarme, que fuera de nuestras ciudades, a mayor agravamiento asentadas en la zona desértica, no se sabe de esos grupos de personas (pequeño por suerte) que destroce a machetazos los árboles.

SERÍA NECESARIA una campaña de concientización y de información entre la población, para explicarle las bondades de la flora y del daño que se revertirá fatalmente en contra de sus habitantes, cuando se destruye de manera irracional a un ser viviente como lo es el árbol.

ADEMÁS SE ENCUENTRA prevista en la Ley, la prohibición de podar los árboles que están en las vías publicas, sin la previa autorización de la autoridad municipal y bajo la pena de la imposición de una multa a los ecocidio infractores; pero como sucede siempre en este país, nadie tiene la vocación de respetar la Ley ni las autoridades tienen el animo de hacerla cumplir.

Comentarios gaasoc@hotmail.com

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