NO ES POR MI gusto que trate nuevamente en esta columna la renovación y nombramiento de los Consejeros del Instituto Federal Electoral. Me gustaría no ocuparme nunca jamás de este sucio asunto que se debate a la luz pública y sin recato alguno, por parte de sus protagonistas en la Cámara de Diputados.
EL PUEBLO LLANO ajeno a los compromisos e intereses que se manejan en las altas esferas de la política nacional, no sabe en verdad de qué se trata; sin embargo los tiburones de los presupuestos y las nóminas del Gobierno, sí saben perfectamente cuál es el asunto que se negocia en el Palacio de San Lázaro.
DESDE UN PUNTO MERAMENTE institucional, se podría pensar que el trabajo que actualmente están haciendo los diputados, sería el de sustituir a los Consejeros del IFE que hace pocos meses fueron corridos de manera inconstitucional de sus jugosos cargos, por un mero capricho o berrinche de los chicos del PRD, asesorados naturalmente por el inefable “Peje”, quien resentido por su derrota electoral le pareció fácil imputársela a los entonces integrantes del IFE.
EL CAPRICHO FUE PUES cumplido y finalmente se les mandó a su casita para pasar a formar parte de la enorme estadística de los desempleados de este país.
PASAN LOS DÍAS y las fracciones parlamentarias del PAN, PRI y PRD siguen cabildeando hasta altas horas de la noche, sobre quiénes serán los nuevos Consejeros del IFE, en lo que no se han podido poner de acuerdo.
SI ESTE ASUNTO del nombramiento de los Consejeros integrantes del IFE se mira desde otra perspectiva, el procedimiento es verdaderamente aberrante. Díganme mis lectores en qué cabeza cabe que los jugadores o los equipos de futbol participantes en un torneo, sean los que nombren a los árbitros y abanderados del partido.
PUES EN NUESTRO SISTEMA llamado democrático sí. Son precisamente los equipos que participan en el torneo, los que designan al árbitro y abanderados; cuando el más elemental sentido común nos dice, que los últimos que podrían intervenir en el nombramiento de las personas integrantes del IFE, deberían ser los partidos políticos.
POR LA SALUD DEL PAÍS, sería muy conveniente pensar otro y mejor modo para la designación de los Consejeros, pues tal y como está la Ley actualmente, el sistema raya en inoperante, parcial y propenso a la corrupción político-electoral.
MIENTRAS LA LEY no sea reformada, seguiremos siendo testigos de este abigarrado e incongruente sistema de designación, que a lo único que se presta es a que cada partido político trate de sacar consejeros afines y a modo para maniobrar los procesos electorales.
POR PRINCIPIO, el árbitro debe ser autónomo, independiente e imparcial; pero si los Consejeros y el Presidente del IFE le deben su cargo y nombramiento a los propios partidos políticos, que paradójicamente son las entidades a las que tiene la obligación de auditar, vigilar y sancionar, pues la Ley se convierte en una norma blandengue y sin verdadera eficacia para cumplir con sus objetivos.
MAL SEISTEMA POLÍTICO aquél en que los propios partidos políticos que participan en las elecciones, son los que nombran a los que calificaran esas elecciones.
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