LOS DÍAS QUE ESTAMOS VIVIENDO me recuerdan los azarosos que sufrió este país, en los tiempos del general don Antonio López de Santa Anna, mejor conocido por los historiadores como su Alteza Serenísima.
EL INQUIETO E INACABABLE veracruzano, salvador de la patria, en más de once ocasiones logró dividir a México desde el punto de vista político y después hasta geográficamente, dejándonos con un cincuenta por ciento del territorio que habíamos heredado del imperio español.
EN AQUELLOS ACIAGOS tiempos en que los mexicanos tuvieron que hacer frente a la irrefrenable gula territorial que tenía (y que aún tiene) la joven república de los Estados Unidos de Norteamérica, nos encontrábamos divididos en mil facciones por las ambiciones de los políticos, los curas, los amantes del imperio, los conservadores, los liberales o los centralistas, solamente por mencionar algunas de las facciones más notorias de aquella época.
MIENTRAS LOS MEXICANOS divididos y enfrascados en interminables guerras intestinas, golpes de Estado, asaltos al poder, desconocimientos de presidentes (remember a AMLO alias El Legítimo) etcétera etcétera, la política del destino manifiesto y los gobernantes norteamericanos le engulleron dos millones de kilómetros cuadrados a México.
ESTO NO ES CASUALIDAD, la historia nos ha enseñado, pero los mexicanos no queremos aprender, que mientras estemos divididos seremos presa fácil de cualquier ambicioso del interior o del exterior.
TODO ESTO VIENE al caso con motivo de la traída y llevada reforma energética que realmente nadie conoce, por la sencilla razón de que aún no existe. A la fecha no hay alguna propuesta de reforma energética presentada por las fracciones parlamentarias en el Congreso de la Unión ni por el presidente de la República. Sencillamente no ha salido a la luz pública ninguna propuesta de reforma, no obstante ello, algunos mexicanos a todos los niveles, siguen opinando y diciendo cosas y hasta enormes barbaridades, respecto de un texto que aún no existe ni pueden conocer.
EN MATERIA ENERGÉTICA y más con relación a Pemex, los sectores sociales se encuentran divididos. Las fracciones parlamentarias en la Cámara de Diputados y en la de Senadores no han podido elaborar ni siquiera un anteproyecto que pueda ser material de trabajo para llegar a soluciones más profundas. Los políticos han secuestrado el tema y lo quieren aprovechar mediáticamente para erigirse como los auténticos salvadores de la patria y de la soberanía nacional. Para tal efecto unos y otros se califican de traidores.
Y MIENTRAS LOS MEXICANOS nos damos hasta con la cubeta, como lo hicieron en los tiempos de Don Antonio López de Santa Anna, nuestros voraces vecinos ya están sacando petróleo en el Golfo de México y exactamente en los límites de nuestra zona económica exclusiva y precisamente en donde se encuentran la “donas” petrolíferas.
MIENTRAS, LOS MEXICANOS seguimos discutiendo asuntos bizantinos como el de “¿cuántos ángeles cabrían en la punta de un alfiler?, nuestros vecinos están succionando día y noche el petróleo de las cuencas profundas que colindan con las nuestras en el Golfo de México y que fatalmente, como si se tratara de un popote inclinado hacia nuestros yacimientos, nos las vaciarán.
ENTRE TANTO, SEGUIMOS hablando con voz engolada sobre la reforma energética más adecuada para México, cuando ya los mismísimos cubanos, usando la tecnología de empresas petroleras internacionales están perforando, explorando y sacando petróleo en su mar patrimonial.
YA EN EL PASADO y como dicen los clásicos, los vecinos del Norte nos quitaron hasta los calzones, cuando aquel trágico 15 de septiembre de 1847, ondeó la bandera de las barras y las estrellas en el asta mayor del Palacio Nacional en el Zócalo de México, pero no queremos aprender.
Y AHORA ANTE NUESTRAS propias narices y en pleno foro internacional estamos permitiendo que las compañías transnacionales del petróleo, succionen nuestro petróleo, todo por que no podemos ni sabemos ponernos de acuerdo en cómo manejar nuestros energéticos.
PARA CUANDO salgan los acuerdos y empecemos a tratar de perforar en las profundidades de la “donas” del Golfo de México, no vamos a encontrar otra cosa que no sea aire, agua salada y el reclamo de las generaciones futuras que nos demandarán nuestra falta de unidad y capacidad para atender un asunto vital para México. Con la diferencia de que en 1847 no había nada más que un Santa Anna; pero ahora tenemos tantos y tan embolados con el tema, que sería casi imposible contarlos.
COMO PODEMOS VER, los mexicanos no cambiamos. Desde la conquista española por Hernán Cortés hasta nuestros días, parece que no hemos sabido defender nuestro territorio ni su riqueza.
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