DESPUÉS DE MUCHOS años de lucha ciudadana por parte de los grupos y sectores que conforman nuestra gran nación, los mexicanos hemos podido establecer un sistema democrático que nos ha permitido estos últimos años participar en la elección de nuestros gobernantes a sus tres niveles y en la integración del Congreso de la Unión, mediante un sistema de elecciones, libres y directas.
GOZAMOS DE UN SISTEMA democrático que vía el proceso electoral, ya nos permite manifestar nuestra voluntad en las urnas premiando o castigando a los candidatos, gobernantes y partidos políticos que no hayan cumplido con el mandato que se les confirió. Cada tres años son renovadas las legislaturas locales, todos los ayuntamientos del país mediante elecciones limpias, abiertas, transparentes, confiables, supervisadas y mediante voto libre y directo.
QUIZÁ NO TODOS los procedimientos de elección sean tan perfectos como quisiéramos, pero de una u otra manera los mexicanos de este siglo XXI podemos estar seguros de que tenemos una legislación electoral que funciona, con órganos que procesan y califican los actos electorales y con los tribunales que en última instancia resuelven en derecho las controversias que surgen en esos procesos.
SIN EMBARGO, persisten aún grupos de mexicanos que prefieren el camino de la violencia, la destrucción y el terrorismo para imponer sus muy personales propuestas políticas y su muy personal visión de México. Por fortuna estos grupos son mínimos y en el conjunto de esta gran nación no significan mayor problema.
SI EN MÉXICO EXISTIERA un régimen político opresivo que no respetara las libertades, que cerrara las vías democráticas para el acceso al poder, sí se podría llegar a justificar la formación de grupos guerrilleros para enfrentarse a un régimen dictatorial que no les dejara otra opción; pero sucede todo lo contrario, en este país tenemos elecciones, partidos políticos subsidiados por el mismo Gobierno y es viable el acceso al poder por la vía del voto dentro de un marco jurídico libre y totalmente democrático.
TODO ESTO VIENE a colación con motivo de que el EPR emplazó al Gobierno del presidente Felipe Calderón para que le explique en dónde están o qué ha sido de dos de sus elementos que se encuentran a la fecha desaparecidos. No podemos dejar de reconocer que esto es muy lamentable, pero en el caso concreto se trata de dos mexicanos guerrilleros que habían declarado la guerra al Estado mexicano.
EL EPR SE HA dedicado en los últimos meses a volar ductos de Pemex y a poner bombas en las sucursales bancarias. La historia de las guerrillas y de los guerrilleros se podría llegar a justificar cuando un pueblo es sometido por un tirano bajo una férrea dictadura. (Porfirio Díaz, Santa Anna, Victoriano Huerta), pero no es el caso del México actual.
LO QUE REALMENTE subyace bajo la petición de diálogo con relación la entrega de dos de sus militantes desparecidos, es el México mágico y kafkiano. Las leyes de la guerrilla que son normas no escritas en todo el mundo y desde los mismos egipcios, previenen respecto de cuáles son los riesgos a que se exponen aquellas personas que se dedican a volar ductos de Pemex y poner bombas en los edificios, y que son precisamente, hasta que no desparezca la contraparte a la cual se le declaró la guerra.
¿NOS PODRÍAMOS IMAGINAR al general Francisco Villa (el guerrillero) reclamándole a los generales de Victoriano Huerta que le hagan el favor de devolverle los dorados caídos en la última batalla? Es más, ¿lo podría usted pensar exigiendo que se presente la Comisión de Derechos Humanos para que emita una enérgica recomendación a los huertistas, para que no sigan dañando ni disparando a sus soldados que están bombardeando y tomando la ciudad de Torreón?
EN MÉXICO NOS HEMOS DADO un sistema democrático de elecciones libres y directas. Es ése el único camino en que los mexicanos creamos y aceptamos para cambiar las cosas que no nos gusten en este país.
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