EL QUE FUERA alcalde de Torreón, hoy senador panista y secretario general de ese partido, nos tomó el pelo a todos los torreonenses. Aunque la sociedad tiene la memoria muy flaca, a los que de una u otra manera nos gusta observar y escribir sobre los sucesos que ocurren en nuestra comunidad, nos vemos en el deber de retomar el penoso caso del Distribuidor Vial Revolución, conocido popularmente como el DVR.
EL SENADOR GUILLERMO ANAYA, para ocultar al pueblo por más de tres años la serie de irregularidades estructurales y de construcción que tenía el DVR, negó a El Siglo de Torreón, el informe que este órgano de prensa le había solicitado, sobre las obras del DVR y que había emitido el Instituto Mexicano del Cemento y la Construcción. Todo esto apenas a un año de su inauguración, informe que ya señalaba aspectos técnicos sobre su inseguridad y mala construcción.
GUILLERMO ANAYA para mantener oculta esa información, obligó a El Siglo de Torreón a recurrir en instancia, mediante la interposición de un recurso, ante el Instituto Coahuilense de Acceso a la Información. Para proseguir ocultando las irregularidades del DVR y obstruir las peticiones del diario, Anaya interpuso una Controversia Constitucional, la que finalmente resolvió la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenándole al Municipio (tres años después) le hiciera entrega a El Siglo de Torreón de la información solicitada.
EN EL INFORME del Instituto Mexicano del Cemento y la Construcción que tan celosamente había ocultado Guillermo Anaya, entre otras muchas irregularidades se dictaminaba: que el DVR advertía peligrosos riesgos por su construcción y recomendaba cerrarlo, limitar la circulación en los otros tres ejes y monitorearlos de manera permanente por advertirse fallas de peraltes y presencia de grietas.
ES LAMENTABLE que la Administración panista de Guillermo Anaya haya dañado de tal manera a Torreón; pero es aún más lamentable, el silencio de casi toda la sociedad civil en su conjunto, que no levantaron la voz en tiempo y forma para denunciar el fraude y pedir el castigo de los responsables.
ENTRAR A TORREÓN de Oriente a Poniente por la carretera a Matamoros da irritación. Parecería que nos aproximamos a una ciudad iraquí bombardeada o destruida. Las obras de demolición del DVR dejan el área como zona de desastre, pero además de enojo da vergüenza, por la impunidad de que gozan hasta el día de hoy sus constructores.
SI A ESTE DESATINO agregamos el lamentable estado que guardan las obras del llamado Nudo Mixteco contra las cuales el alcalde panista José Ángel Pérez, interpuso también una Controversia Constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mediante la cual logró, como victoria pírrica, la suspensión constitucional de los actos reclamados, tenemos que llegar a la conclusión de que ahora sí vamos de mal en peor.
Y UNO SE PREGUNTARÍA: ¿En dónde quedaron los grupos sociales, los representativos, los llamados de la Iniciativa Privada, las cámaras, los grupos universitarios, dónde la sociedad civil? Parece que casi todos han perdido el espíritu de lucha que tuvieron y alentó a los pioneros de estas regiones laguneras.
LAMENTABLE LA CIUDAD DE TORREÓN es por desgracia un verdadero desastre y en el peor de los abandonos: basura por todos los rincones, el pavimento de las vialidades deteriorado, obras que a los tres días de inauguradas se deterioran, un Centro Histórico derruido y pletórico de comercio informal fuera del control del alcalde José Ángel Pérez
PERO CONSIDERAMOS que lo más importante por ahora, es que a los responsables de la construcción del DVR se les aplique la Ley y se les finquen las responsabilidades penales y económicas previstas en las leyes. No es justo que una obra que se pagó con los impuestos de todos, tengamos ahora también, todos la obligación de pagar su demolición.
EL PRECEDENTE sería muy peligroso si en esta ocasión no aparecen las personas responsables a quien se deberá castigar por el fraude y engaño que cometieron. Existen los responsables y habrá que castigarlos en tiempo y forma.
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