Hace una semana se aplicó en Torreón un nuevo aumento al transporte público en su modalidad de autobuses, en los tipo panorámicos. Más allá de las justificaciones que se den para tomar esta medida, es claro que el objetivo de las autoridades de “modernizar” el transporte aún no llega.
Aunque por la ciudad ya circulen alrededor de 200 camiones nuevos, el servicio que se brinda deja mucho qué desear. El comportamiento de los choferes se puede observar sin estar sentado en el autobús, basta con ver el servicio desde fuera: no respetan señales de tránsito (semáforos y límite de velocidad), hacen paradas en lugares prohibidos y arrancan cuando la persona todavía no pone los pies en el estribo, entre otras infracciones.
Estas prácticas las viven a diario estudiantes, empleados, amas de casa, gente de la tercera edad y hasta personas con discapacidad y aunque las autoridades las conocen, poco se ha logrado para erradicarlas.
No se debe soslayar el hecho de la Administración de lograr que la mayoría de los concesionarios aceptara y llevara a cabo la modernización de sus flotillas, sin embargo, tampoco se debe dejar pasar la oportunidad de señalar que sin un buen servicio a los usuarios, la compra de camiones nuevos de poco servirá.
Es importante señalar que la ciudadanía siempre acata los incrementos a las tarifas del transporte que la autoridad y concesionarios acuerdan y que los únicos que manifiestan su posición y logran ser escuchados, son los mismos transportistas.
El trato que los choferes dan a los ciudadanos no es digno de una ciudad que acaba de cumplir 100 años, mucho menos las prácticas que diariamente cometen. Hasta ahora, los trabajadores del volante carecen de identificación, muy pocos o ninguno utiliza uniforme, la mayoría infringe el Reglamento de Vialidad y por si fuera poco, a muchos no les importa la integridad de la gente.
El comportamiento de los choferes debe ser una preocupación para las autoridades, ya que algunos utilizan palabras altisonantes delante de los usuarios, fuman mientras van manejando.
Todas estas anomalías son las que viven a diario los ciudadanos y aunque las quejas se interpongan ante las instancias correspondientes, imperceptible es la atención que las autoridades le ponen al asunto, dejando que el problema crezca y que los torreonenses se muestren hasta cierto punto incrédulos a las promesas de que el servicio mejorará, por lo que este tema de la “modernización” seguirá como asignatura pendiente, mientras no se apliquen correctivos o un proyecto enfocado a mejorar el servicio del transporte público.