El sábado Ricardo Montaner se presentó en Zacatecas.
Emocionado de poder pisar de nuevo la Plaza de Armas, el primer recinto zacatecano que conoció cuando empezaba su carrera, el cantautor venezolano Ricardo Montaner puso a cantar y a bailar a más de 10 mil almas, incluida la gobernadora Amalia García, de quien, por cierto, se dijo “enamorado”.
“Yo no la conocía, pero cuando supe que había permitido que adelantara un poco el concierto para que pudiera viajar a cumplir con el compromiso del domingo 16, en la frontera colombo venezolana, a favor de la paz, me enamoré de inmediato”, expresó el autor de temas como La Cima del Cielo.
La mandataria se había dejado “cortejar” desde un principio, cuando al ofrecer unas palabras de bienvenida, hizo público su agradecimiento por un arreglo floral que éste le había hecho llegar por la mañana.
Montaner subió al escenario poco después de las 8:00 de la noche, de este sábado, cuando sus admiradoras ya habían empezado la fiesta en las gradas, donde comenzaron las populares “olas” que habían llevado hasta el sillerío de la parte central.
Gritos, aplausos, piropos y una que otra cartulina con frases amorosas recibieron al venezolano, que se mostró sorprendido por la euforia del público que desde el primer momento se le entregó.
El primera fila, la gobernadora Amalia García, el director del Instituto Zacatecano de Cultura, David Eduardo Rivera Salinas, y como invitado de honor el maestro Manuel Felguérez y su mujer, quienes de pie aplaudieron y se animaron desde el principio.
Las luces del escenario de un lado y del otro la imponente catedral fueron testigos de la algarabía que se desató cuando sonaron las notas de Échame a mi la Culpa, de José Ángel Espinosa “Ferrusquilla”; y como si quisiera subir rápidamente a “la cima del cielo”, continuó con Heridas de Amor, tema que se popularizara gracias a una telenovela.
Para entonces, Montaner se había deshecho del saco y empezaba a hacer uno que otro movimiento provocativo, animando a la concurrencia, que estremeció la plaza al escuchar los acordes de Bésame, tema que le sirvió para provocar a una pareja a que aguantara un beso tan lago como su “encore”.
Luego dedicó Será, a todos aquellos que “han perdido un amor”, y en especial a Sin Bandera, que le diera el año pasado nueva vida a esa canción que nació en los años 90.
Animado por el público hizo subir al escenario a la gobernadora para reiterarle su agradecimiento y admiración, pues, dijo, como ella, muchos otros “héroes anónimos” están haciendo posible que la iniciativa del concierto por la paz en la que participará este domingo se haga realidad.
Luego de repetidos besos y abrazos, el irreverente Montaner le dedicó Solo con un Beso y hacia el final de la canción, de plano la hizo subir de nuevo al escenario para cantar con él, ante la sorpresa de la mandataria, que tras el bochorno volvió a su lugar para seguir disfrutando el concierto.
Vamos Pa’la Conga le sirvió de pretexto para hacer un cambio de camisa, dejar la negra por una blanca, y ahora llenar el escenario con una docena de atrevidas zacatecanas que se contonearon al ritmo de las caderas de uno de los coristas de Montaner.
Tras el alboroto, que volvió a cimbrar la plaza, vino la calma y un momento de romanticismo y de cierta nostalgia, con los acordes de Tan Enamorados, uno de los temas que diera a conocer a Ricardo en los albores de su carrera artística.
Con las luces completamente apagadas, el cantautor hizo una breve pausa más para llamar a la reflexión a su público y asegurarles que no estaban coincidiendo por casualidad y externarles una bendición.
Déjenme Llorar puso el toque melancólico a la noche, como si quisiera matizar la algarabía desatada, para luego ponerse irónico y decirle a su público “Me va (n) a extrañar”.
Nuevamente hizo aparición la gobernadora, ahora para darle un reconocimiento, un rosetón de plata y una constancia por su participación en el XXII Festival Cultural Zacatecas, que Montaner agradeció con otra serie de besos que más de una envidió a la mandataria.
La noche cayó y con La Cima del Cielo, Montaner se esfumó detrás del escenario para salir con la misma premura y hermetismo con las que había llegado.
