Tanto Montenegro como Macedonia reconocieron el jueves la independencia de Kosovo, a pesar de la oposición de Serbia, que consideró ambas medidas como traición y expulsó de Belgrado al embajador montenegrino.
Los dos reconocimientos representan un duro golpe a los esfuerzos diplomáticos de Serbia para mantener sus reclamos sobre Kosovo, considerado por los serbios como la cuna de su religión cristiano-ortodoxa y de su estado en sí.