Hombre de 43 años era presa de una fuerte depresión por no conseguir trabajo.
Presa de una fuerte depresión por no conseguir empleo, un hombre de 43 años ingirió ácido bórico y murió cuando recibía atención médica en las instalaciones de la Cruz Roja.
La Agencia Investigadora del Ministerio Público de Delitos Contra la Vida y la Salud Personal, informa que a la una de la mañana se constituyeron en el edificio de la benemérita institución para dar fe del cadáver de quien en vida llevó el nombre de Hipólito, de 43 años y vecino de la colonia Nueva California.
De acuerdo a las primeras investigaciones, Hipólito había perdido el empleo desde varios meses atrás, lo cual le provocó una depresión que fue creciendo con los días, pues a donde acudía a solicitar trabajo, no se lo daban por su edad.
El martes por la tarde, una de sus hijas descubrió en la mesa unos sobresitos con ácido bórico y un vaso de agua, lo que la hizo temer que su padre lo ingirió y al cuestionarlo, Hipólito lo negó, pero al día siguiente, el miércoles por la noche, se puso mal y llamaron a la Cruz Roja, donde murió en los primeros minutos de ayer.
Ana Guadalupe y María de los Ángeles Luna, hijas de Hipólito, identificaron el cadáver para efectos legales ante el Ministerio Público y señalaron que su padre tenía ya tiempo “muy triste” por no encontrar trabajo.
Son seis los suicidios ocurridos en esta ciudad en lo que va del año, tres de los cuales han sido un adolescente de 13 años y dos jovencitos de 16 y 18 años de edad.
Armando Castillo González, médico legista de la Subprocuraduría de Justicia de la Región Laguna Durango, con más de 35 años de experiencia, enumera como causas de sucidios la falta de dinero, de empleo, enfermedades crónico-degenerativas y crisis depresivas.
“También podemos mencionar embarazos no deseados de jovencitas y un exagerado consumo de alcohol y drogas, sobre todo entre los hombres, producto de una sociedad enferma que evidencia la falta de atención por parte de los tres niveles de Gobierno”, consigna el médico legista.
“Lo peor es que hasta ahora ninguna agrupación institucional, eclesiástica o de profesionistas como los psiquiatras y psicólogos, han volteado a ver o analizar esta problemática”, añade.