Con la piel erizada salieron los asistentes al concierto de la Camerata de Coahuila después de haber escuchado un programa muy mexicano, la noche del pasado viernes, donde participó como solista invitado el pianista Antonio Manzo.
Un verdadero contraste que indica por qué cada vez más está vigente la frase “ciudadanos del mundo”, se percibió cuando los integrantes de la Camerata de Coahuila, en su mayoría extranjeros, interpretaron majestuosamente, la pasada noche de viernes, un gran programa de música mexicana, que incluyó, entre otras, una obra que muchos consideran un himno, el Huapango, del compositor Juan Pablo Moncayo.
El concierto inició con la interpretación de la obra de Blas Galindo, Sones de Mariachi, identidad cultural en la que los músicos rompieron la sobriedad que los caracteriza, emitiendo el clásico grito del mariachi popular. Los asistentes al Teatro Nazas presenciaron un concierto muy mexicano, a propósito de septiembre mes en el que se celebran las fiestas patrias.
El solista invitado, Antonio Manzo, aprovechó la pieza musical compuesta por Manuel M. Ponce, el Concierto Romántico para piano número 23, que además de ser una obra rica en su armonía, permite al intérprete ofrecer al público un agradable juego visual, por los movimientos rápidos que requiere en la ejecución y el cruce constante de manos, tal y como lo dejó ver el pianista invitado que ha interpretado esta melodía en repetidas ocasiones.
Un diálogo permanente entre los vientos y las cuerdas que acompañan el piano, fue una constante a lo largo del programa que ejecutó la orquesta lagunera de la mano del solista invitado Antonio Manzo, quien se llevó el aplauso de los laguneros presentes en el Nazas. Un pequeño cambio en el programa sorprendió a los asistentes que en lugar de escuchar La Rapsodia Latinoamericana de Manuel Enríquez, se deleitaron con el Danzón número dos, de Arturo Márquez.
Al final del concierto y luego de que el público ovacionara tanto al solista invitado como a los integrantes de la orquesta, el pianista Antonio Manzo, salió para ejecutar una pieza final, como regalo para los laguneros que le dieron una cariñosa despedida.