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Mumbai: ¿qué ocurrió?

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Los ataques terroristas que durante casi dos días de la semana pasada cimbraron a Mumbai (la ciudad antiguamente llamada Bombay), tomaron por sorpresa a todo el mundo: a los expertos globales en terrorismo, al Gobierno y el Ejército indios, a los medios de comunicación y hasta a los choferes de rickashaws de esa populosa urbe de la India.

Y no sólo porque no se había detectado previamente ningún indicio de una operación de tamaño e impacto semejantes. Sino porque presentó ciertas características que la hacen particularmente inquietante: al parecer, el terrorismo cambia de métodos y procedimientos de manera más elástica de lo que se había supuesto. Y no queda claro qué se pretende en este caso en específico.

Claro que Mumbai no es ajena al fenómeno terrorista. En los últimos años había sufrido varios ataques de distinta envergadura. Pero los de la semana pasada se distinguen de lo sucedido anteriormente como la noche del día.

Las acciones terroristas previas habían sido mediante artefactos explosivos, detonados a distancia (no con bombarderos suicidas); y los blancos estaban escogidos para dañar lugares de gran concurrencia de civiles indios, o símbolos del poder financiero de la ciudad, que es la capital económica del segundo país más poblado de la Tierra. Los grupos terroristas que decían haber cometido los atentados se hacían llamar con nombres muy acá, pero su existencia misma era puesta en duda.

Así pues, no había suicidas, los blancos eran locales, quienes reivindicaban los golpes eran grupos desconocidos. Por todo ello se solía acusar de esos ataques a los sospechosos de siempre: terroristas musulmanes del exterior; o al viejo enemigo de la India, el Pakistán islámico. O a ambos, en colusión.

Pero ahora se trató de ataques tipo comando, realizados contra blancos en donde se encontraban gran cantidad de extranjeros. De hecho, los terroristas seleccionaban a sus rehenes de acuerdo a su nacionalidad, buscando de preferencia a quienes tuvieran pasaporte británico y norteamericano. Así pues, más que un ataque a la India por parte de musulmanes deseosos de vengar a sus hermanos maltratados en ese país (y en Cachemira), parece tratarse de una incursión en contra de la presencia de Occidente (y judía) en el subcontinente indio.

Pero, de ser así, ¿qué le importa a un comando fundamentalista musulmán la presencia cristiana occidental en un país hinduista, que además no trata muy bien que digamos a su población islámica? ¿Para qué sacrificar guerrilleros bien entrenados en una operación de ese tipo?

No sé, pero como que hay algo raro en todo esto. No soy partidario de las teorías conspiracionistas… pero creo que hay gato encerrado en Mumbai.

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