Nadie quiere hablar del narco en el futbol

“Hay narco en el futbol”, insinúa alguien por ahí, en los pasillos de la Federación Mexicana de Futbol, y el silencio rompe con las monótonas discusiones balompédicas. Nadie, ni el más atrevido en alegatos futboleros, se atreve a secundar aquel dicho.

Es tema tabú, infunde miedo. Con grabadora en mano, poco dicen los entrevistados. Cuando el aparato se apaga, piden comprensión: “El tema es delicado —explica uno, bajo pedido de no revelar su identidad—, los candados existen, pero de todos modos esta gente entra. ¿Cómo le hacemos?, no somos autoridades”.

Hay directivos de primer nivel que han recibido amenazas directas de la gente del narco... por eso callan. “Si se han infiltrado en las grandes empresas, ¿por qué no habrían de hacerlo en el futbol?”

La conferencia de prensa que arroja la confirmación de la desafiliación de los dos Mapaches (el de Segunda y el de Tercera), tampoco sirve para que algún dirigente reconozca que la resolución del Consejo Nacional obedece a tales cuestiones.

La palabra “narco” no figura en el amplio vocabulario. Entonces, la decisión de desafiliarlos se debe a la incomparecencia de la directiva de Mapaches en las citas programadas por la Femexfut.

Se fueron por la fácil...

Probada está la existencia del fenómeno. Y precisamente por eso, todo mundo lo evita. Directivos, representantes de jugadores, promotores y futbolistas se dan la media vuelta, cuando los cuestionamientos apuntan hacia el narco y sus redes en el futbol.

Y no porque estén involucrados en el mismo, sino por el temor natural que despierta. Así, las aportaciones de la gente del futbol son mínimas, pero muy elocuentes.

“O se calman o se calman...”, es la clásica advertencia. Como recuerdo aparecen los sonados casos de Irapuato y Querétaro, extintos por la urgencia de reducir equipos. Tampoco se aceptó, entonces, que era por el narco. Y estas historias quedarán en el olvido, como otras. Porque tampoco hay memoria en el futbol.