Las piezas permanecen por lo menos dos horas y media en el horno. Luego, se dejan orear.
Lo que para la mayoría de la gente es una Noche Buena y Navidad al año, para unos pocos artesanos de Tlaquepaque la Navidad es un trabajo de todo el año.
El trabajar el barro para dar forma a las figuras que conformaran miles de nacimientos a lo largo de todo el país inicia desde la segunda quincena de enero y se mantiene hasta terminar el año.
Amasar el barro, darle forma con moldes y a mano para que sequen las piezas y poder hornearlas, es el trabajo día a día. Luego, los artesanos continúan con los acabados al darles color, en algunos casos con pinturas vinílicas, y en otros de manera más artesanal con tinturas elaboradas a base de polvos con resinas de mezquite y yema de huevo.
A pesar de sufrir los “ataques” de las figuras navideñas chinas de plástico, para estos artesanos que continúan trabajando la “Navidad” de la manera que les enseñaron sus padres y abuelos, es todo un
orgullo y en cada figura ponen todo su empeño para que en cada hogar al que adornen se viva el auténtico espíritu navideño.