Hoy es el día más festejado en el mundo cristiano: el nacimiento de Jesús, acontecido en un pequeño pueblo de Palestina: Belén de Judá, elegido a pesar de ser pequeño, pobre y atrasado; …¿o sería por eso?
Las discusiones sobre la fecha exacta siguen vigentes: algunos hablan de años de diferencia, otros de meses; terceros en discordia aseguran que no pudo ser en invierno, argumentando con razonamientos climatológicos y la contraparte dice que, precisamente, por ser tiempos de relativo ocio al no haber actividades agrícolas, fue cuando se ordenó levantar el censo de judíos, que al parecer no pagaban correctamente sus impuestos al César, delito que se sigue cometiendo hasta la fecha.
Es indiscutible la influencia recibida en los seres humanos con la llegada de Jesús a la Tierra; basta con recordarle que la historia del mundo occidental está dividida en dos grandes partes: antes y después de Cristo.
El recuerdo de la natalidad es una fiesta eminentemente católica, aunque fue adoptada por el protestantismo al presentarse el cisma de la separación; de ahí viene “christmas”, palabra de la lengua inglesa, derivada de dos vocablos unidos en uno: Cristo y misa, principal ceremonia religiosa de la iglesia presidida por el Papa en turno, actualmente Benedicto XVI.
La historia nos refiere el porqué la intencionalidad de ubicar el nacimiento de Jesús en esas fechas, especialmente cuando había necesidad de combatir las fiestas romanas dedicadas a Saturno, dios de la agricultura, conocidas como “Saturnalias”, correspondiente al día más corto del año, dedicado a la adoración del Sol Invicto.
El hecho de sobreponer una celebración cristiana, encima de una pagana, no parece fuera de lógica, aún más si consideramos que el método ha sido repetido a través de los tiempos como medio evangelizador, caso nuestro con los festejos de Guadalupe, que se empalman con las festividades de reconocimiento a la diosa azteca Tonatzín.
Para colmo, algunas sectas religiosas cristianas, dan igual o mayor importancia al seis de enero, día en que los católicos festejan la llegada de los tres Reyes Magos, que al parecer no eran reyes, aunque seguramente eran sabios estudiosos; ni magos, aún cuando los consideraron “superiores” por sus conocimientos y habilidades; y venían en caravana con mayor contingente, lógico de pensar por simples cuestiones de seguridad.
Por otra parte, teólogos y algunos seguidores de ritos paralelos al cristiano-católico, insisten en dar el principal reconocimiento al día de la muerte por crucifixión de Jesús –viernes de Semana Santa– que de hecho es el acto que reivindica a la humanidad ante Dios y otorga el perdón del pecado original, renovando el acuerdo y la posibilidad de ser salvos –le recuerdo que las palabras sano, salvo y santo tienen el mismo origen–.
Finalmente, la Navidad –de natalidad, nacimiento– es una fecha que despierta en nosotros sentimientos positivos de amor y unión, festéjese como se haga.
Todos, de una u otra forma, hacemos un alto en las tareas para conmemorar el nacimiento del niño Dios; quizá usemos el momento para reconciliarnos con algún ser querido o pronunciar y ratificar votos de amor maduro, filial o romántico.
Algo de bueno deben ver los no creyentes, que aún sin aceptar que Jesús es Dios hijo, se suman al festejo dando paso al sentimiento positivo, más allá de los simples intereses comerciales. Veamos algo de lo que escribe el Corán:
El Corán se ocupa de la historia de Isa –así nombra a Jesús– incluso desde antes de su nacimiento, colocándose un punto intermedio entre el judaísmo –que lo identifica con un falso Mesías–– y el cristianismo –que lo considera Dios hecho carne–.
En la primera mención de Jesús, en el libro sagrado del Islam leemos: “Y revelamos a Moisés el Libro y después de él enviamos Mensajeros y concedimos a Jesús, el hijo de María, pruebas evidentes y le fortalecimos con el Espíritu Santo”. Sura 2-87.
Aún aquellos que se declaran ateos, aceptan contagiarse de la natalidad divina, dejándose llevar por el bello sentimiento; otros, llegan a otorgar treguas en estados de guerra, a fin de dar paso a los festejos del nacimiento del Hijo de Dios.
Hoy se cumple la fecha y es Navidad, tiempo de esperanza y alegría, similar a la sentida por todos los seres humanos con el nacimiento de un nuevo bebé que nos regala la oportunidad de sacar lo más noble de nosotros mismos; en el caso, hablamos del Dios Hijo, que nos inspira a ofrecer amor y perdón, hasta resignación verdadera, induciendo sentimientos de felicidad que dan paz al espíritu.
Le deseo lo mejor; que sea esta fecha otra oportunidad de enriquecerse, todavía más, en el amor filial y hasta romántico con su pareja.
Que sea remanso en esta vida acelerada que vivimos y nos deje disfrutar un prolongado momento de felicidad. ydarwich@ual.mx