Ante la posible anulación de las elecciones internas del Partido de la Revolución Democrática (PRD), los grupos de Jesús Ortega y Alejandro Encinas negocian un relevo en la presidencia perredista o, en su defecto, la permanencia de Guadalupe Acosta Naranjo para que la Secretaría General sea ocupada por algún representante de izquierda Unida.
Los representantes de ambas partes han sostenido en las últimas semanas, una serie de reuniones. En ambas partes ven muy difícil la posibilidad de convocar a nuevas elecciones en este año, pues ello impactaría negativamente las posibilidades de ese partido para los comicios del año próximo.
Según análisis del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, pese al presunto “desplome” de las preferencias electorales que ha sufrido este partido, actualmente cuentan con un voto duro en 27 distritos del DF; 17 de Michoacán; 9 de Guerrero; 12 de Chiapas; 4 de Zacatecas; 2 de Baja California Sur y 18 del Estado de México.
Esos 84 distritos les bastaría para mantener una presencia importante en la Cámara de Diputados, sin contar con la fuerza que también tiene este partido –dijeron- en Tabasco, Oaxaca, Morelos y Veracruz. De hecho, con tan sólo 70 distritos electorales que ganaran, tendrían 40 diputaciones plurinominales.
Esto les daría una proporción de diputados, similar a la que tienen actualmente.
El PAN sería el partido que podría hundirse hasta el tercer lugar.
Tener 100 diputados sería ya “un éxito” para el PRD, señalaron los analistas del actual Comité Ejecutivo Nacional que encabeza Guadalupe Acosta.
Por ello, para los perredistas resulta fundamental “no distraerse” ni profundizar sus divergencias internas, y centrar toda su fuerza en los comicios del año próximo, sin descartar la posibilidad de que en este mismo año se pueda consolidar en los Estatutos la figura de Partido Frente, en el que puedan convivir todas las corrientes internas.
Por ello, la alternativa más cercana que se discute, es la de nombrar una presidencia sustituta del CEN del PRD o ratificar en su cargo a Guadalupe Acosta, siempre y cuando Nueva Izquierda otorgue al grupo de Alejandro Encinas la posición de la Secretaría General.
El equipo de Ortega propone que Acosta Naranjo permanezca en la presidencia nacional y sólo estarían dispuestos a ceder la cabeza de la actual secretaria general, Martha Dalia Gastélum a quien premiarían con una diputación federal para 2009.
Sin embargo, los encinistas piden la remoción de Acosta y Gastélum, por considerar que su nombramiento fue “atípico”.
Proponen que el Consejo designe a un nuevo presidente y secretario sustitutos, pero con el acuerdo de ambas partes, lo cual no acepta Nueva Izquierda.
Otra de las exigencias prácticamente irreductibles de Nueva Izquierda es la de discutir, cuanto antes, la formación de un Partido Frente, en el que todas las expresiones internas del PRD puedan convivir y manifestarse libremente e incluso tener sus bancadas perfectamente diferenciadas en la Cámara de Diputados.
Estos cambios tendrían que realizarse, señalaron fuentes de NI, durante el próximo Congreso Nacional.
Sin embargo, las negociaciones también se han visto empantanadas por la tardanza que mantiene la Comisión Nacional de Garantías del PRD para tomar una decisión en torno a las elecciones internas del pasado 16 de marzo.
Ni la anulación alcanza sólo la elección de presidente y secretario general, Nueva Izquierda, la corriente de Ortega obtendría la mayoría en el Congreso y Consejo Nacional.
Si la Comisión anula también la elección del Consejo y Congreso nacionales quedarían los actuales consejeros nacionales donde la correlación de fuerzas mejora para el bloque de Encinas, pero no de manera sustantiva.