El Presidente Felipe Calderón y su Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, anunciaron el 3 de marzo el Programa de Apoyo a la Economía (PAE), concebido como un conjunto de medidas para contrarrestar los efectos negativos del debilitamiento de la economía de Estados Unidos (EU) sobre la actividad económica, la inversión y el empleo en nuestro país.
En su exposición sobre el PAE, Carstens destacó que el gobierno de Calderón ha puesto especial énfasis en la promoción del empleo y el crecimiento económico, volviendo a festinar que en 2007 el empleo aumentó 5.4 por ciento, “por encima del crecimiento económico”.
Esto que planteó el Secretario, más que motivo de júbilo debe ser causa de preocupación. Lo que nos dice, en pocas palabras, es que existió una caída importante en la productividad, lo que equivale a decir que hubo un deterioro del nivel de vida en el país. El crecimiento de la productividad es el único medio para mejorar el ingreso de la población, y considero poco probable que haya caído como implica la afirmación del Secretario de Hacienda.
Me parece, más bien, que el dinamismo de los asegurados en el Instituto Mexicano del Seguro Social no es un indicador fidedigno del empleo total en el país, en mucho porque una parte importante de sus registros recientes corresponden a la depuración e integración de personas que ya estaban trabajando.
No obstante, es evidente que las autoridades y el mismo Calderón aprovechan cualquier oportunidad para mostrar que se están cumpliendo las promesas del “Presidente del empleo”, aún cuando las cifras sean más apariencia que realidad. Esa misma tónica que festina apariencias caracteriza al PAE, que se presenta como parte de una estrategia que fortalecerá a México frente a un entorno económico internacional incierto y volátil en este año. Mediante esa estrategia se pretende aplicar una política contra cíclica basada en tres pilares: El incremento en el gasto público que considera el presupuesto para 2008; El Fondo Nacional de Infraestructura dotado de 40 mil millones de pesos (mmp); y el PAE, que dice canalizará recursos por 60 mmp. Los dos primeros pilares exageran su alcance como motores de crecimiento, ya que según las mismas autoridades serán financiados con recursos que provendrán de la recaudación del IETU.
Este impuesto, si bien le proporcionará más ingresos al gobierno, lo hará a costa de restarles ingresos a los particulares, por lo que el resultado neto sobre la economía será prácticamente imperceptible. Habrá, eso sí, sectores ganadores con el gasto público, especialmente los vinculados a la industria de la construcción, pero también habrá actividades perdedoras, aquellas que no recibirán el gasto que de otra manera hubieran hecho los contribuyentes del IETU.
El PAE no será muy distinto en sus efectos netos sobre la coyuntura a los que se derivarán de los dos primeros pilares de la estrategia gubernamental. Las medidas que lo integran, son de hecho, una mezcolanza de buenas intenciones con acciones coyunturales y estructurales que tendrán un impacto muy pequeño, si es que alguno, sobre los problemas que enfrentará nuestra economía en el corto plazo. La principal preocupación del gobierno es, de nuevo, dar la apariencia de que se hará algo para contrarrestar las repercusiones negativas del debilitamiento de la economía estadounidense, cuando en la práctica lo que ofrece deja mucho que desear en ese sentido.
La mayor parte del estímulo del PAE (33 mmp) corresponde a la disponibilidad de financiamiento (donde 27 mmp pueden o no usarse), en vez de regresarles dinero a los particulares. La aritmética oficial es, además, engañosa.
Por ejemplo, el descuento de 3 por ciento a los pagos provisionales de ISR empresarial y IETU es un financiamiento que se liquidará en la declaración anual del próximo año, por lo que es una exageración monumental considerar los 6 mmp como un estímulo de corto plazo, cuando en el mejor de los casos serían los financieros correspondientes, que no rebasan los 400 mp.
Por otra parte, las medidas relacionadas con el empleo no tienen que ver, en la práctica, con una política contra cíclica, pero era necesario incluirlas como parte de la imagen del Presidente del empleo. Por tanto, no espere beneficios tangibles por los 650 mp que se asignarán adicionalmente al Sistema Nacional de Empleo, ni por el establecimiento en el Internet de un Portal del Empleo gratuito para concentrar la oferta laboral del país.
Lo mismo puede decirse del fomento al desarrollo de centros productivos en zonas marginadas, que son una reminiscencia de los programas que en ese sentido aplicó sin éxito el gobierno de José López Portillo hace casi tres décadas.
La simplificación arancelaria y aduanera responde, más que a la coyuntura, a la necesidad de ir desmantelando las barreras no arancelarias al comercio exterior. Esta medida, sin embargo, si bien va en el sentido correcto y puede tener un efecto significativo para la competitividad de algunas actividades específicas en el mediano plazo, no es una herramienta contra cíclica.
Eso nos deja con el descuento de 5 por ciento sobre las aportaciones patronales al IMSS hasta diciembre de 2008 y el descuento en las tarifas eléctricas como las únicas acciones que dejarán más recursos (alrededor de 13 mmp) en manos de los particulares. La efectividad de esos recursos como política contra cíclica será, sin embargo, bastante más limitada que si se hubieran regresado a los consumidores, como ocurrirá con el estímulo fiscal estadounidense.
En consecuencia, no abriguemos muchas esperanzas de que los tres pilares de la estrategia oficial vayan a jugar un papel importante contra cíclico que nos ayude, de manera perceptible, a sobrellevar las adversidades del entorno económico externo durante el presente año.