Envío saludos y felicitaciones para Luly y René
En cierta ocasión andaba Buda predicando, cuando se vio amenazado de muerte por un afamado bandido llamado Angulimal.
––Sé bueno –le solicitó Buda–, y ayúdame a cumplir mi último deseo. Podrías hacerme el favor de cortar la rama de ese árbol.
Con una fuerza y velocidad sorprendente, de un solo tajo, el bandido hizo lo que Buda le solicitaba.
––¿Y ahora qué? –preguntó inquieto e intrigado.
––Ponla de nuevo en su sitio –le respondió Buda.
––¡Ja, ja, ja, ja! –el bandido soltó una fuerte carcajada–: debes estar completamente loco si piensas que alguien puede hacer semejante cosa.
––Por el contrario –le respondió Buda–, el loco eres tú al pensar que eres poderoso, tan sólo porque puedes herir y destruir a tu antojo, eso es cosa de niños. Poderoso es aquel que utiliza sus saberes para crear y curar.
Por eso cada que me encuentro con usted, amable lector, a través de mis artículos, hago uso del humor, ese ‘don’ que el mexicano sabe manejar con maestría, sabiendo que con él se puede escapar de las enfermedades, incluso de los males crónicos.
En mi nuevo libro, El humor…¡también cura!, el cual pongo a su disposición en el teléfono 01 834 31 4 46 31 y en el móvil 834 11 8 86 79, o en el correo electrónico abajo impreso, en sus 250 páginas comento los beneficios terapéuticos del humor y su fruto más exquisito: la risa.
Mediante el sentido del humor, que es fuerza de vida, el organismo encuentra un balance perfecto; al desarrollar y fortalecer el sistema inmunológico, el ser humano goza de una vida plena, además de que la sonrisa embellece y adorna el rostro de la gente feliz. El buen sentido del humor estimula los principales sistemas como el circulatorio, el respiratorio, el muscular, el nervioso, el cardiaco, el cerebral y el digestivo así como el sistema nervioso simpático, después de haber reído la persona se relaja, la presión arterial se nivela, la digestión se mejora, la tensión muscular disminuye, se reduce el dolor, etc.
El cuerpo es el escenario de nuestras emociones… la enfermedad son las emociones no metabolizadas. Cada órgano, tiene una emoción:
El corazón… la euforia
El pulmón… la tristeza
El páncreas…la melancolía
El hígado… la ira
El riñón… el miedo
El cáncer es una combinación de conflictos sin resolver en intensidad y frecuencia constante, de resentimiento, de no tener la capacidad de perdonar y de una pena silenciosa. El humor tiene química, esa que a través de las endorfinas y la inmunoglobina “A” genera nuestra autosanación.
Una pareja recién casada llega a Güémez y se dirige al hotel, para pasar su noche de bodas, Globulina le dice al marido:
––Amorcito, yo no sé nada de esto, ¿me ayudas, por favor?
––Mi vida –dice Ufaldo–, a partir de este instante a tu cosita le vamos a llamar la prisión y a éste le llamaremos el prisionero, así que vamos a meter al prisionero en la prisión.
Hacen el amor, Ufaldo se tira boca arriba, la chica entusiasmada dice:
––¡Amor!, el prisionero está fuera de la prisión.
––¡Metámoslo a la prisión otra vez! –contesta Ufaldo no muy entusiasmado y hacen el amor por segunda ocasión.
––¡Mi vida! –vuelve a decir Globulina–: el prisionero está otra vez afuera.
Se levanta y echan el tercero a prisión. Ufaldo, se tira en la cama, exhausto, Globulina muy cariñosa, dice:
––¡Cielo!, el prisionero se volvió a salir.
El marido sin ánimos le responde:
––¡Carajo no jodas más… que no es cadena perpetua!
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