NO JUEGUEN CON LOS VIÁTICOS
Hace algunos años, en la ciudad de Los Ángeles, California, se jugaba una de las primeras ediciones de la Copa Oro, el evento de selecciones nacionales más importante de la Concacaf. El equipo mexicano, marcado por los expertos como amplio favorito, enfrentaba en semifinales a un modesto, todavía, equipo de Estados Unidos y se consideraba un mero trámite para llegar a la gran final. El Tri era dirigido por Manuel Lapuente en su primera etapa como estratega nacional y la forma de plantear los partidos dejaban en el ambiente negros nubarrones de incertidumbre.
Previo al encuentro, se encontraban los comentaristas de televisión que narrarían el cotejo en la cancha del viejo Memorial Coliseum de la ciudad angelina y con ellos estaba Gregorio Mendoza, el legendario “Comandante en Jefe” de las transmisiones y a quien seguramente Dios tiene en su santa gloria. Acertó a pasar junto al grupo en entrenador nacional y Goyo, con el humor que lo caracterizaba le dijo: “don Manolo, dígale a sus muchachos que no jueguen con mis viáticos”.
La anécdota viene a cuento después de la inesperada, ridícula y vergonzosa eliminación de la selección mexicana del torneo preolímpico que se concretó el domingo en la ciudad de Carson.
Independientemente del tema meramente futbolístico, donde quedaron de manifiesto las incapacidades del grupo y de la dirección técnica para afrontar, con gallardía al menos, una serie de encuentros ante rivales de ínfima categoría y que debería proveerlos del boleto a Beijing, el quedar fuera del certamen representa pérdidas millonarias para la Federación Mexicana de Futbol, los anunciantes y principalmente, las televisoras.
La delegación mexicana que contenderá en los Juegos Olímpicos presenta flacas esperanzas en la obtención de metales, por lo que el balompié y la posibilidad de llevar al evento una especie de “dream team” compuesto por jóvenes integrantes de aquella sub 17 campeona del mundo, jugadores de buen nivel de la liga y aquellos que ya juegan en Europa, arropados todos por tres refuerzos arriba del límite de edad, hacían soñar con una representación como nunca se había tenido.
Los equipos de la Primera División, en un apoyo sin precedentes, cedieron a sus jugadores desde finales de enero, a fin de lograr una preparación que diera brillo y coherencia al proyecto y de paso, cerrara la puerta a los pretextos.
El grupo, en cuanto a nombres, parecía impecable y sólo los muy pesimistas creían que el boleto estaría en duda, contando además con el paupérrimo nivel de los rivales.
Sin embargo, la preparación resultó insuficiente y mal aprovechada; la integración del once titular se dio a partir del pálpito del estratega y/o su inseparable auxiliar, los jugadores parecían confundidos y a algunos se les colocó en posiciones improvisadas. Todo esto aunado a la carencia de gol, fue preparando el terreno para un espeluznante fracaso.
El tema dará para gastar mucha tinta y saliva. Yo lo único que le digo a Hugo y sus muchachos es... que jugaron con mis viáticos.
