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Normatividad Agropecuaria

Agustín Cabral Martell

UN ESPACIO

Quiero abrir un espacio. . . quiero hacer un alto en el devenir histórico de esta columna para agradecer a todos los lectores que domingo a domingo leen estas líneas, a los productores agropecuarios de la región lagunera, que algunos no conozco, pero que sin embargo sé que lo leen, a mis alumnos de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro Unidad Laguna, que se preparan para ejercer una de las carreras más nobles que existen, por ser el hecho de producir alimentos y satisfacer una gran necesidad primaria.

Mi agradecimiento a los niños y jóvenes de las instituciones de educación media superior y básica que como labor escolar “tienen que” leer estas palabras y llevar al siguiente día la tarea encargada por el profesor o bien “recortar” la columna y pegarla en el tablero de avisos de su escuela.

También agradezco la gentileza de algunas personas de manifestarme que el domingo esperan esta columna para enterarse de los diversos temas que se editan, entre esas personas, la suegra de mi hermano Jorge que cada vez que tengo la oportunidad de saludarla, lo hace. Al Señor Franz von Bentraf, gran amigo de la familia de muchos años, que hacía mucho tiempo no veía y que siempre está al pendiente. De estas publicaciones.

Mil gracias a las dependencias del gobierno federal, estatal (de diversas entidades) y municipal por proporcionarme información relevante en su quehacer diario de que se encuentre la normatividad agropecuaria al día y refleje esa necesidad social de sus comunidades.

A mis amigos extranjeros de Costa Rica, Puerto Rico, Guatemala, Cuba, Nicaragua, Estados Unidos, Canadá, Colombia, España y al lejano Israel por permitirme publicar algunos aspectos relevantes de la normatividad de sus países y que algunos he tenido oportunidad de saludar personalmente por motivo de su visita a esta ciudad de Torreón, Coahuila a la celebración del XXI Congreso Internacional en Administración de Empresas Agropecuarias en mayo pasado y que han expuesto de manera por demás excelente sus experiencias en materia de producción agroalimentaria de cada unos de sus países.

No se puede ni debe pasar por alto las aportaciones de las instituciones publicas y privadas, así como empresas extranjeras, que por medio de sus representantes, gerentes o directores envían comentarios de sus labores a favor de la producción agropecuaria y en la que nuestro país se encuentra involucrado como el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura con sede en San José, Costa Rica, las universidades de los países antes mencionados, entre otros.

Agradecimiento a las 37 universidades nacionales y extranjeras que he visitado a lo largo de toda mi vida profesional, que sería interminable mencionar la labor tan noble en la tarea docente de que fui testigo en cada una de ellas, al brindarme apoyo hemerográfico y bibliográfico, con una gran experiencia en investigación jurídica agropecuaria de que fui objeto.

No podía faltar, desde luego la Sociedad Mexicana de Administración Agropecuaria que por medio de su Director Editorial el Dr. Alfredo Aguilar Valdés de la Revista Mexicana de Agronegocios por la oportunidad de publicar mis experiencias como investigador en normatividad agropecuaria y que han servido de apoyo a esta columna. A la revista de la Unión Ganadera Regional de la Laguna por la apertura siempre atinada del Sr. Jesús Lomelí en cada uno de los artículos publicados. A la Revista de la Unión Ganadera del Norte de Durango (UNEG) que por medio de la Licenciada Lorena Lucio González, la confianza en las publicaciones.

Finalmente, a “El Siglo de Torreón” por la confianza depositada en mi persona y que por espacio de 27 años (los cumplo en septiembre) ha salido a la comunidad lagunera esta columna y que por medio del Sr. Javier A. Luévano y su equipo de trabajo, se ha realizado a la perfección.

A mis hermanos (somos diez en total), principalmente a mi “fans” número uno, Lety.

Mi equipo de trabajo siempre estará dispuesto a seguir colaborando, mis compañeros en la universidad, mis alumnos, exalumnos allá en sus tierras, con una mentalidad abierta de servicio.

No quiero pecar por omisión, pues si alguna institución no he mencionado es debido al espacio que me tiene “atado” “El Siglo de Torreón” (en el buen sentido de la palabra) porque sé que me han faltado bastantes.

Los temas son bastos y seguiré con el mismo ánimo de siempre, de servir a mi comunidad lagunera, con esta modesta aportación en beneficio de la producción agropecuaria que atinadamente se publica en un gran diario y que tiene la trascendencia debida a otras comunidades del país.

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