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Nostalgia

Las laguneras opinan...

Lucrecia Martínez

“Que Dios nos libre de vivir tiempos interesantes” decía Federic Katz, con conocimiento de causa ya que a él le tocó vivir la Segunda Guerra Mundial en su natal Austria, cuando la guerra arrolló con todo, la economía, la sociedad, los valores y las costumbres, en diez años Europa ya nunca volvió a ser la misma; puedo imaginar lo que les pasaba por la mente a todos aquellos que sobrevivieron, la inseguridad, el miedo y en muchos casos vergüenza, la sensación de pérdida y una enorme nostalgia los acompañó siempre. Terrible lección, no siempre aprendida.

Las personas que venimos de mediados del siglo pasado, siempre pensamos que el mundo iba a ser mejor, no en el sentido de tener cosas, sino mejor; por veinte años simplemente no pasaba nada que nos produjera angustia o psicosis colectiva, la gente trabajaba y se vivía de manera muy sencilla, con tranquilidad y nos sentíamos seguros. Pero una revolución aún mayor que la de 1910, nos estaba esperando.

Se inicia como siempre con inflación, devaluaciones, nacionalizaciones, privatizaciones, controles de cambio, se vacían las cajas de los pilares sociales como el IMSS y el Infonavit que ya dejaron de ser proyectos sociales, el primero no puede dar servicio médico, ni medicamentos, ni completa para las pensiones aunque los derechohabientes hayan pagado sus cuotas toda la vida, y el segundo los créditos dejaron de ser gubernamentales, los dan las Sofoles, instituciones de crédito privadas, no pagas te saco a la calle. Se restringieron los créditos con excepción de tarjetas de crédito, automóviles e hipotecario, el error de diciembre a perder los sufridos ciudadanos y otra vez a comenzar.

El tiempo no se detiene, se desarrolla la tecnología, vienen los celulares y estamos todo el tiempo en contacto y el tiempo cambia su dimensión, se vuelve todo vertiginoso. La revolución mediática, la televisión con fines “educativos”, los noticieros con fines de empoderamiento político y económico, la Internet, que ha logrado que tengamos información mundial sobre casi cualquier cosa y se ponga al aire temas que eran intocables o prohibidos, la explosión demográfica, que hace casi imposible la absorción de la población al mercado laboral en países como los nuestros, y el cáncer más grande; el narcotráfico. Y estos hechos, más la caída del muro de Berlín, han propiciado que el mundo haya cambiado tan aprisa que ni siquiera logramos comprenderlo y este río revuelto y fuera de su cauce nos lleva sin remedio, sin saber en realidad dónde vamos a parar.

Venimos de épocas en las que el trabajo era cosa de hombres, en las que una promesa dada tenía un valor inquebrantable, dar la palabra de honor sí tenía el honor de por medio, la coca era sólo un refresco, el respeto a los demás sobre todo a los adultos y a la autoridad no era slogan, nadie circulaba sin placas, a los revoltosos los subían en una Julia, quienes fueran, los detenían. Sí, el control del Gobierno era apabullante, estoy de acuerdo, una cosa a cambio de la otra.

Para sobrevivir necesitamos adaptarnos y de hecho hemos asimilado la globalización, la competencia, la nueva medición del tiempo, las presiones, etc. Pero nos sigue dando miedo los cambios, y clamamos por las viejas instituciones, porque no nos hemos modernizado, y nos gusta el Papá-Gobierno, que nos dé, regañe, castigue y tenga sus consentidos, y como muestra tenemos a Calderón, dictadorcillo frustrado, que quisiera restaurar las viejas políticas de los gobiernos que tanto criticaron, por que no conoce otra cosa, por que no es estadista y por que no ha logrado legitimarse.

Qué bueno hubiese sido que en lugar de Fox, hubiésemos tenido un Felipe González o un Havel, pero no, nos llegó un ranchero tarugo y parlanchín acompañado de una astuta y ambiciosa tipa, apoyado también por unos también ambiciosos empresarios y cárteles del narco que estaban desplazados, para luego manejar una elección chapucera y vergonzosa, salir impune y heredarnos a Calderón.

Son tantos los problemas, carencias y decepciones del sufrido pueblo, que preferimos rescatar el antiguo régimen que vivir en la inseguridad, yo le aseguro a usted, que si ahorita se hicieran elecciones en Rusia y resucitaran a Stalin con sus cuarenta y dos millones de ciudadanos que eliminó, votarían por él, ¿por qué? porque la mayoría perdió todo a cambio de nada, no por nada en Europa del Este, casi todos los gobiernos han emergido del antiguo Partido Comunista.

Igual, proporciones guardadas, está pasando acá y ni modo, aunque estemos informados, aunque ya no creemos nada, nos invade la nostalgia. Ya no queremos vivir tiempos interesantes, sólo seguros.

UN PUNTO

Mi querido amigo F. no es posible que a estas alturas junten firmas para impedir un paso de desnivel en la calzada Abastos y bulevar Independencia. Los que más van a salir ganando son ustedes, las colas son interminables. ¡Órale no hay que ser!

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