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EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Australia y Nueva Zelanda, esas islas situadas al fin del planeta, en donde el aire se regresa porque ya no tiene a donde ir, constituyen un mundo aparte. Su aislamiento las convirtió, por ejemplo, en algo así como un museo viviente de especies que no sobrevivieron en ninguna otra parte: canguros, koalas, equidnas, ornitorrincos, emúes, kiwis y otros bichos de lo más extraños no se encuentran en ningún otro ecosistema. Ah, y se me olvidaba el Demonio de Tasmania… que sí, sí existe, aunque no se parece nada a su homónimo del mundo de las caricaturas. Nueva Zelanda tiene todo tipo de paisajes y climas. No por nada ahí se filmó enterita la trilogía del Señor de los Anillos: para pasar de pantano a glaciar, de llanura a montaña, no había que salir del mismo condado.

Además, sus poblaciones son bastante peculiares. Los australianos se vanaglorian de que sus antepasados fueron delincuentes, que llegaron ahí enviados por los británicos cuando esa gigantesca isla era una enorme colonia penal. Por ello los ausies (como les gusta que les llamen) se precian de su independencia, desenfado y espíritu libre y pata-de-perro. No por nada son la nación que consume más cerveza per cápita en el mundo. Sí, más que alemanes y daneses, que ya es decir.

Así pues, los de Allá Abajo (o como quieran traducir Down Under) son personajes pintorescos y atípicos. Como muestra, dos botones.

La semana pasada, en Australia, tronó un juicio por narcotráfico en contra de un par de villanos porque el juez del proceso descubrió que los jurados no estaban pelando los procedimientos: al menos la mitad se la pasaba jugando sudoku, una especie de rompecabezas numérico que está causando furor en diversos lugares del mundo. El juez notó que los jurados, al escribir lo que se suponía eran notas sobre los procedimientos, lo hacían de arriba hacia abajo, y no de izquierda a derecha. Ordenó una inspección relámpago, y resultó que la mitad de los abnegados ciudadanos estaban jugando en vez de seguir el juicio. Éste fue declarado nulo y se tendrá que repetir a un costo altísimo.

Mientras tanto en Nueva Zelanda, la Policía prometió endurecer los castigos para aquéllos que intenten saltarse las trancas y usen sin tener derecho los carriles de tránsito reservados a vehículos con tres pasajeros o más. Allá, como en otras naciones civilizadas, se le da preferencia a los autos que llevan más gente, como medida para promover el uso colectivo del transporte. Pero algunos vivillos neozelandeses recurren a maniquíes, muñecas inflables y hasta a sus perros disfrazados de niños para intentar engañar a los oficiales de la Ley, haciéndoles creer que el auto lleva más personas. Y la Policía, al parecer, ya se hartó de andar desenmascarando cocker spaniels vestidos de marinerito.

Total, que por allá la gente es bastante despreocupada e ingeniosa. Dan ganas de vivir en lugares así… claro, sin olvidar el campeonato en consumo de cerveza.

PD: ¿Y el Ayuntamiento y el Gobierno de la Gente cuándo le van a hacer su homenaje a doña Enriqueta Ochoa? ¡Qué ingratitud, qué ignorancia!

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