Hay que aclarar que no todos los niños o los adolescentes que padecen TDAH, necesitan usar psicofármacos como los mencionados en las columnas anteriores, y ello dependerá de varios factores. En primer lugar, hay que tomar en cuenta la severidad de los síntomas, puesto que como se ha dicho antes, en aquellos casos en que la hiperactividad, la impulsividad, y los problemas de atención y concentración son muy graves, el metilfenidato juega un papel sumamente importante para controlarlos, tanto en el hogar como en la escuela y en los demás ambientes. Sin embargo, hay sujetos en quienes los síntomas son mucho más benignos y ligeros, de manera que según el tipo de ambiente en que se muevan, así como los adultos a cargo de ellos, no será necesario el uso del fármaco, a excepción quizás de ciertas situaciones especiales. El control de ese tipo de síntomas más leves, se llega a lograr gracias al uso de actividades físicas y deportivas mediante las cuales se pueda encauzar toda esa energía que poseen, pero en forma más disciplinada y ordenada, lo cual también será tarea y responsabilidad de los adultos a cargo de estos pacientes. En lo referente a los problemas de atención y concentración, también se ha encontrado cierto tipo de ejercicios y técnicas que llevados a cabo en forma organizada y disciplinada, mejoran en un gran porcentaje tales síntomas y el funcionamiento de estos niños y adolescentes. Aquí entraría el segundo factor que hay que tomar en cuenta para el cuidado y la atención de estos individuos; tiene que ver precisamente con los adultos que se encuentran a cargo de ellos, sean padres, hermanos mayores, abuelos, tíos, tutores o cualquier otro tipo de familiares, sea en lo que se refiere al hogar, pero también de los maestros y educadores en general que trabajan con ellos en el medio escolar. El tipo de personalidad de tales adultos va a requerir de una gran dosis de paciencia, tolerancia, ánimo, motivación, deseo e inclusive entusiasmo para estar a cargo de ellos, así como de una buena dosis de fuerza física, emocional e intelectual, debido al desgaste que implica estar al tanto de ellos por tiempos prolongados e indefinidos para cuidarlos, orientarlos y educarlos. La combinación de estos adultos con los niños o los adolescentes con TDAH no siempre funciona fácilmente, y es por ello que se requiere de ciertas características especiales.
En el caso de los padres, uno de los factores que facilitará enormemente su relación con estos sujetos radica primordialmente en el tipo de unión y de convenio que hayan desarrollado ambos como pareja. Un buen tipo de vínculo, de comunicación y de convivencia entre ellos representa una gran ventaja y una fuerza importante para enfrentar, tolerar, definir, informarse, reconocer y aprender a guiar y a educar a hijos como éstos bajo condiciones que pueden ser bastante complejas y desgastantes para ellos como pareja, y que se convierten en un reto de por vida. Aunque es verdad que para nosotros los padres, la educación de los hijos y la relación con ellos es siempre un reto para toda la vida, en el caso de estos chicos con TDAH, el reto es todavía mayor e implica esfuerzos y sacrificios de dimensiones todavía más amplias. En aquellos casos, en los que desgraciadamente el tipo de relación marital es sumamente conflictiva, dividida, distante, sin comunicación adecuada e inclusive oposicionista o caracterizada por una lucha de poder entre los cónyuges, tener hijos con TDAH va a representar una experiencia todavía mayor de ansiedad, desgaste, enojo, dolor, frustración incluso hasta llegar a extremos de sentimientos de culpa y de impotencia, sentimientos que en un buen porcentaje de los casos determinan una mayor presión para la de por sí frágil relación marital, que puede llegar hasta la ruptura total a través de la separación o el divorcio. Obviamente, en este tipo de parejas y familias, será muy difícil ponerse de acuerdo para la educación y el manejo no sólo de los hijos con este trastorno, que requieren de esas condiciones especiales mencionadas, sino para la educación de los hijos en general. Tenemos que recordar algo que todos sabemos, y es el hecho de que los problemas personales del padre o de la madre, o los problemas maritales entre ellos se van a reflejar de una u otra manera en la relación, la comunicación y la educación de los hijos. En el caso de hijos o hijas con determinado tipo de trastornos, no sólo el TDAH, sino cualquier tipo de déficits, enfermedades físicas o mentales de curso prolongado, la presión y la carga emocional para los padres será mayor y definitivamente pondrá a prueba la fuerza, el amor y el espíritu de lucha en esa relación matrimonial (Continuará).