ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC).
CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
(CUARTA PARTE)
Se ha encontrado en muchos casos, que el uso del alcohol y la nicotina, considerados como drogas legales, puede dar paso y servir como introducción al uso de aquellas otras que se consideran ilegales, como es el caso de los inhalantes, la marihuana, ciertos medicamentos psicotrópicos utilizados sin control médico, e inclusive drogas como la cocaína, heroína y otras. El uso precoz de estas drogas, puede en ocasiones detectarse en las escuelas, principalmente a nivel de los años tardíos de la primaria o en las secundarias. Los maestros alcanzan a reconocer cierto tipo de conductas extrañas en este tipo de alumnos, que van desde aquéllos que actúan con agresividad e irritabilidad marcadas tanto hacia la autoridad como hacia sus compañeros, hasta el extremo opuesto, de quienes permanecen silenciosos, pasivos e inclusive tienden a dormirse durante la clase. El consumo de las mismas suele suceder fuera de las horas de clase, al salir de la escuela y en los lugares de reunión sobre todo de los adolescentes. En ocasiones, estas señales pueden acompañarse de conductas bizarras o también de tipo delictivo como lo que se mencionó la semana anterior.
Se podrían numerar otra serie de señales y síntomas pertenecientes a diversas condiciones psiquiátricas que pueden ser detectados tempranamente en las aulas de las escuelas primarias, y que requieren definitivamente de ayuda tanto escolar como profesional para estos niños, así como de orientación e información para los padres. Sin embargo, me he limitado a comentar aquéllas que suelen presentarse con mayor frecuencia, como un intento de alertar tanto a los maestros, a las autoridades escolares, y a los padres de familia, de la necesidad que se tiene de estar al cuidado de niños, niñas y adolescentes para detectar lo más temprano posible este tipo de conductas que pueden ser señales de algún padecimiento y que requieren de una valoración clínica adecuada para recibir la ayuda necesaria tan pronto como se presenten y tan pronto como los adultos podamos percibirlas. La familia es naturalmente el primer ambiente en el que nos desarrollamos todos y por lo mismo, el primer filtro en el que se pueden detectar tantos de estos trastornos en forma temprana. Sin embargo, suele suceder que la sobreprotección y el amor incondicional de los padres a los hijos, tiende a cegarnos y a pasar desapercibidas tales señales. Igualmente puede suceder debido a la falta de información adecuada, o por el exceso de trabajo y de ocupaciones, en una época tan difícil como la actual, en que inclusive ambos padres trabajan y carecen del tiempo suficiente para dedicarles a los hijos o ni siquiera a sí mismos como pareja. En esos casos, tales síntomas también pueden ser ignorados o negados por completo al considerarse como “normales”, como “reacciones de la edad que desaparecerán con el tiempo”; lo cual no siempre sucede así a pesar de los buenos deseos de los padres. Es entonces cuando la escuela, funciona como ese segundo filtro social tan importante, gracias al cual se pueden llegar a observar y detectar dichas conductas, para traducirlas como señales de diferentes tipos de conflictos o de trastornos, que requieren de la atención especializada. Me parece que como parte de su labor educativa, ése es también una de las funciones básicas que cumplen los maestros y las escuelas en cualquier sociedad. El detectar y señalar tales síntomas, para llevarlos a la atención de los padres y canalizarlos para la ayuda profesional especializada, tiene definitivamente un valor enorme, como prevención o como medida de tratamiento, pensando en la futura salud mental de ese niño, niña o adolescente y obviamente de su familia. Por lo mismo, es de suma importancia, que estos chicos puedan ser canalizados desde el principio del año escolar, cuando se descubren tales señales y no necesariamente esperarse hasta el final de los cursos, bajo un criterio quizás demasiado optimista de que los síntomas puedan mejorar o desaparecer. El canalizarlos adecuadamente desde el principio del año escolar tiene la ventaja de que tanto la escuela, en la persona de los maestros o de los psicólogos que ahí laboren, así como de los profesionales que se busquen por fuera, que se pueda aprovechar todo ese año escolar desde el principio para trabajar en el caso, sin tener que perder tanto tiempo y esperarse hasta el final de los cursos, como se acostumbra en un buen número de casos, que es cuando incluso se les llega a dar un ultimátum a los padres con miras a expulsar a alumno, lo que se podría haber evitado desde el principio, al haber llevado a cabo una valoración más profesional (Continuará).