ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC).
CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
(VIGÉSIMA CUARTA PARTE)
Después del largo y minucioso recorrido que he llevado a cabo en esta columna durante los últimos meses, que ha tenido como objetivo abarcar los tantos diferentes e importantes aspectos relacionados con el TDAH, desde los primeros años de vida, en la infancia más temprana, para seguir con la infancia tardía, la adolescencia y finalmente la etapa de adulto, el lector se preguntará seguramente, cuál es el paso a seguir una vez que se tiene información tan profusa y detallada. Pienso que ha sido necesario desplegar toda esa información que abarca áreas tan variadas como la inherente a los síntomas principales que caracterizan a este trastorno, así como los síntomas secundarios que igualmente pueden presentarse paralelamente; o al área relacionada con el tipo de comorbilidad que se puede encontrar, es decir, los diferentes trastornos psiquiátricos que pueden presentarse en el paciente con TDAH en forma concomitante. Asimismo ha sido también muy importante, referirse al área de la dinámica familiar, que tiene que ver con los diferentes tipos de reacciones que se llegan a dar en las llamadas “familias con TDAH”, debido a la relación que se desarrolla entre sus miembros, especialmente cuando varios de ellos presentan el trastorno, ya sea que se trate de uno o ambos padres, de los diferentes hermanos o hermanas tanto en la etapa de la infancia o de la adolescencia. Durante ese recorrido, debemos tener muy en cuenta algo que se ha descubierto cada vez más plenamente en las últimas décadas, es decir, el hecho de que el TDAH es un trastorno de origen hereditario, que no está limitado exclusivamente a la infancia, sino que evoluciona a lo largo de la vida hasta la vejez, con cambios y variaciones en su sintomatología de acuerdo a la etapa en que se encuentra cada individuo, a pesar de que todavía en el presente no hay estudios muy completos dedicados a estas últimas etapas de la vida.
Pero regresando a la pregunta fundamental sobre ¿Cuál es el siguiente paso a dar una vez que se tiene y se conoce toda esta información? Al igual que sucede con cualquier tipo de trastorno y enfermedad, la respuesta estará orientada definitivamente a la búsqueda de la ayuda profesional especializada y necesaria, especialmente entre más temprano en la vida se descubran estos síntomas en un niño o en una niña. Para conseguir ese tipo de ayuda, es necesario definitivamente recurrir a profesionistas capacitados del tipo de pediatras, neurólogos pediátricos, psiquiatras infantiles o psicólogos pediátricos. Por favor, es básico tomar en cuenta y hay que notar que en todos los casos se usa la palabra “pediátrico o infantil”, como términos que se deben enfatizar y subrayar, ya que es de suma importancia que cuando se sospecha la presencia de TDAH en niños o en adolescentes, se debe consultar a profesionales que realmente hayan sido capacitados en dicha área con el entrenamiento específico, de modo que estén bien empapados en el tema y tengan los conocimientos y la experiencia suficientes para poder dar la información y orientar a los padres y a la familia. Gracias a ese entrenamiento y experiencia, ellos serán capaces de llevar a cabo las evaluaciones clínicas necesarias para confirmar los diagnósticos y consecuentemente diseñar el tipo de programa de tratamiento necesario y específico para cada niño y para cada familia.
El haber obtenido tal especialización y entrenamiento profesional específico, me parece un tema de suma importancia, en una época como la que vivimos, en que cualquier persona sin los conocimientos ni la experiencia necesarios puede llamarse a sí misma “terapeuta” o “terapista”, por el simple hecho de haber leído algún libro de moda o de haber atendido algún “minicurso” de fin de semana en cualquiera de los múltiples sitios que se anuncian como especializados y expertos en múltiples terapias de los más diversos y coloridos estilos y orientaciones. Generalmente se trata de sitios que al igual que las hierbas silvestres que crecen después de la lluvia en forma abundante en el terreno fértil, también han surgido y se han multiplicado en la fertilidad y popularidad del campo de la salud mental en nuestra época. Así lo escuchamos, lo vemos y lo leemos en las voces de tantos de esos consejeros empíricos y silvestres que solucionan toda clase de problemas y “hacen terapia” por la radio o la televisión, o igualmente en los escritos de autores que también se declaran “especialistas”, y que en periódicos, revistas populares o libros de autoayuda afirman componer las vidas de quienes sufren y padecen cualquier tipo de trastorno, con métodos de “los diez más fáciles pasos”, o mediante el uso de yerbas, pomadas, “pastillas especiales”, pociones, aromas, cristales, colores, oraciones, dietas, aparatos, etc., etc., que representan los métodos ideales para la candidez y el bolsillo del público, ya que los confirman como una panacea rápida y barata, que no requiere gran esfuerzo, pero de dudosas bases científicas. Por lo mismo y desgraciadamente, a la larga se convierten en métodos mucho más caros, prolongados, generalmente ineficaces y hasta perjudiciales para la salud del niño, la niña, los adolescentes o la familia; como métodos que inclusive entorpecen y retrasan la posibilidad de buscar la orientación y la ayuda profesional adecuadas (Continuará).
