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Nuestra Salud Mental

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC).

CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

(CUADRAGÉSIMA SEGUNDA PARTE)

TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD (TDAH)

Es realmente admirable que en nuestros días, haya muchos maestros y personal de las diferentes instituciones escolares, tanto a nivel de preprimaria, de primaria, secundaria o preparatoria, sea en el sector público como en el privado, que se preocupan bastante por sus estudiantes, y especialmente por conseguir mayor información sobre los diferentes trastornos emocionales que pueden aquejarlos y son más fáciles de detectar en esas etapas de la vida. Es así como un buen porcentaje de ellos y ellas, se encuentran más empapados en el conocimiento de trastornos como el TDAH, sea en cuanto a los síntomas que presentan, como su evolución y sobre todo, el tipo de tratamiento que requieren, incluyendo medicamentos como el metilfenidato. Gracias a estos profesionales, que se encuentran en la primera línea de batalla en el trabajo con niños y adolescentes, hay una tendencia en la actualidad a detectar cada día en forma más temprana tales padecimientos, de modo que son canalizados en forma adecuada hacia su valoración clínica ya sea con neurólogos, psicólogos o psiquiatras. Gracias también a la información actualizada que poseen, estos maestros y maestras pueden apoyar y orientar adecuadamente a los padres y a las familias sobre el tipo de tratamiento que se requiere, incluyendo el uso del medicamento, puesto que en su propia experiencia con otros pacientes semejantes, han logrado constatar estos beneficios.

Desgraciadamente, también existen en el otro extremo maestros y maestras que no han tenido el tiempo, el deseo o el esfuerzo para capacitarse más adecuadamente al respecto, de manera que se sobresaltan y reaccionan no sólo negativamente, sino incluso con cierta agresividad al saber que sus alumnos usan algún tipo de psicofármaco como el mencionado. Para ellos, este tipo de sustancias es visto con desconfianza e inseguridad, puesto que los consideran “drogas”, un apelativo que se ha hecho muy popular en nuestro país, y que se deriva del término en inglés “drugs”, traducido abiertamente y sin distinción alguna en forma negativa como sustancias que causan adicción, del tipo de la marihuana, cocaína, heroína, etc. sin tomar en cuenta que en inglés es el nombre común con el que se designa a los medicamentos en general. El resultado naturalmente es bastante funesto, ya que sin la información y la orientación adecuada, este tipo de maestros y maestras cuestionan e incluso recriminan a los padres que permiten el uso de tales medicamentos en sus hijos, contagiándolos con su desconfianza, malestar e incertidumbre con respecto no sólo al uso del medicamento, sino también sobre la ética y la preparación del profesionista que los recetó. En algunos casos afortunadamente, en los que hay una buena relación con su terapeuta, estos padres pueden acudir a él con sus dudas y cuestionamientos para ser orientados y apoyados en forma positiva y tranquilizante. Sin embargo, existen otros casos en los que los padres aceptan sin reserva las opiniones de maestros semejantes, y como consecuencia cortan de tajo el tratamiento y hasta dejan de llevar al paciente con su médico.

Este tipo de problema no se limita tan sólo a los maestros en el ambiente escolar, sino lo mismo puede suceder con otros profesionistas, a veces son los mismos médicos y psicólogos que al carecer de información adecuada y actualizada, siembran tales dudas entre sus pacientes. Asimismo sucede con cierto tipo de personas o agrupaciones ajenas al movimiento religioso mencionado anteriormente, pero que esgrimen iguales creencias negativas y animadversión hacia el uso de los psicofármacos en general. En la mayoría de ocasiones ellos tampoco tienen la suficiente información científica para opinar al respecto, a pesar de que tratan de actuar como si fueran verdaderos expertos en la materia, aunque generalmente sus opiniones se basan en ciertas declaraciones de tipo populachero que se lanzan frívolamente en diferentes revistas o programas en los medios de comunicación masiva; declaraciones de personas que igualmente se hacen pasar como expertos, pero sin tener el criterio o las bases suficientes en cuanto a estudios de investigación verdaderamente científicos. La terrible realidad en este estilo de comentarios arrojados al aire por personas sin escrúpulos, que sólo buscan notoriedad, radica en que tales comentarios tienden a convertirse en el equivalente de “chismes” o de rumores que se esparcen rápido y fácilmente, y que desafortunadamente tienden a ser tomados como verdaderos, por aquellas mentes influenciables y débiles que todo lo creen, como suele suceder comúnmente en nuestro medio. El resultado final, es la posibilidad de interferir o interrumpir totalmente con un tratamiento que potencialmente sería de gran beneficio para el paciente y su familia. Ojalá pudiéramos contar con menos “expertos” y “especialistas” de este tipo que tienden a cubrir su ignorancia con esa fachada de saberlo todo. (Continuará).

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