“A menos de que las dos partes ganen, no hay acuerdo permanente”.
Jimmy Carter
Hoy, 7 de febrero, se cumple el nuevo plazo. La Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados deberá proponer los nombres de los tres nuevos consejeros del IFE, incluido el consejero presidente, que deberán ser aprobados en un voto del pleno de la Cámara. El plazo original, el que establecía la propia reforma constitucional, venció en diciembre del año pasado, pero los líderes de las bancadas no se pusieron de acuerdo y decidieron aplazarlo. Es posible, de hecho, que hoy nombren de una vez seis consejeros, para que el próximo mes de agosto, cuando llegue el límite para escoger a los siguientes tres, los líderes de las bancadas no vuelvan a sufrir la falta de acuerdo que hoy los afecta.
Una de las razones que se adujeron el año pasado para destituir a los consejeros del IFE nombrados en 2003 fue que era importante tener consejeros que tuvieran el respaldo de los tres principales partidos políticos. En 2003 el PRD, que propuso a Jesús Cantú para ser presidente del IFE, se negó a validar los nombramientos de los nueve consejeros del IFE. Este rechazo sembró para algunos la semilla de la ilegitimidad del proceso electoral de 2006. Los perredistas pudieron sostener que si perdían la elección presidencial sería porque desde 2003 se había gestado un IFE faccioso, enemigo de sus intereses, mientras que cualquier triunfo se obtendría a pesar de los esfuerzos en contra de los consejeros.
En 2007 el PAN estuvo dispuesto a aceptar la remoción de estos consejeros, a sabiendas de que ello constituía un golpe brutal a la legitimidad de la elección del presidente Felipe Calderón, porque buscaba ese acuerdo entre los tres grandes partidos que permitiría dar mayor credibilidad a los futuros procesos electorales. Otra razón, por supuesto, es que buscaba los votos del PRI para aprobar la reforma fiscal.
Sin embargo, una vez que se promulgaron las enmiendas constitucionales que establecían las nuevas reglas electorales y ordenaban la destitución de los consejeros electorales, el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador decidió darle la espalda a toda la reforma. Ya había obtenido lo que quería: las cabezas de los consejeros.
El cambio de posición de López Obrador fue demasiado tardío para convencer a todos los legisladores del PRD. Así, sólo un grupo minoritario votó en contra de la reforma que hasta ese momento el PRD había defendido enconadamente. Pero bajo la presión del ex candidato el PRD optó por presentar una posición inamovible en la Junta de Coordinación Política para la designación del nuevo presidente del IFE: o Genaro Góngora, el actual ministro de la Suprema Corte de Justicia, era seleccionado, o el partido se negaría a respaldar la designación de los nuevos consejeros. El PRI y el PAN rechazaron lo que consideraron un ultimátum perredista.
¿Qué va a pasar ahora? Ayer por la noche se convocó a una reunión de la Junta de Coordinación Política para escoger a los nuevos consejeros que deberán ser ratificados hoy por el pleno. Lo ideal para la salud política del país sería que los tres partidos llegaran a un acuerdo. No es necesario que el IFE tenga el respaldo de los tres partidos mayores, pero el consenso ayudaría mucho a darle solidez y credibilidad a todo el sistema electoral.
Hasta el momento de escribir estas notas parece difícil que se logre el acuerdo. Pienso que los legisladores del PRI y el PAN deberían considerar la posibilidad de aceptar el nombramiento de Góngora. Se trata, después de todo, de un hombre con excelente trayectoria. El ministro no tendría por qué mancharla para asumir una posición partidista en el IFE. Pero aunque lo pretendiera, el consejero presidente no toma por sí solo las decisiones del IFE. Éstas se definen en un Consejo General de nueve miembros con derecho a voto. Algunos priistas y panistas dicen que no pueden ceder al chantaje del PRD, pero la verdad es que hay buenas razones para pensar que Góngora no sería un mal presidente del IFE.
Si no hay acuerdo entre los tres principales partidos, el PAN y el PRI terminarán nombrando a tres o a seis consejeros, incluyendo al presidente, sin el voto del PRD. La situación sería en realidad muy cómoda para el PRD, que podrá seguir argumentando que tiene un IFE adverso, involucrado en un permanente complot en su contra. Pero en tal caso el sacrificio de los consejeros del IFE, con el pésimo precedente jurídico que esto implica, habrá sido completamente en vano.
En distintas ocasiones he cuestionado la destitución de los consejeros nombrados en 2003. Mantengo mi posición. Ese despido colectivo le ha hecho un enorme daño a la democracia mexicana. Pero si ya el PAN y el PRI estuvieron dispuestos a sacrificar a los consejeros sin una razón legítima, lo lógico es que ahora concluyan el proceso y terminen lo que empezaron cediendo ante el PRD.
INFRAESTRUCTURA
La experiencia internacional nos dice que los países que han salido de la pobreza, desde Corea del Sur hasta Irlanda o Chile, han invertido en infraestructura y educación. El Gobierno de Felipe Calderón está apostando fuertemente al primero de estos rubros y uno de sus instrumentos es el Fondo Nacional de Infraestructura, de 40 mil millones de pesos, que se dio a conocer ayer. Yo no sé si este fondo será administrado con toda la eficiencia posible, pero sí sé que la inversión en infraestructura es una de las piezas clave para sacar a nuestro país de la pobreza.