Desde chiquitos se nos insiste que los números no mienten, que son una expresión exacta de la realidad, y que el Universo es perfectamente describible y explicable gracias a ellos. Quizá esa machacante versión tenía como propósito que no le aflojáramos a las tablas de multiplicar, o que compráramos unas tres veces el libro de álgebra de Baldor. Lo cierto es que los números, con el paso del tiempo, se vuelven entidades cada vez más desconcertantes. O será que nuestra versión de la realidad no compagina con los guarismos. Y para eso sirven los numeritos: para demostrarnos que lo que pensamos que era cierto resulta no serlo tanto.
Por ejemplo, suponemos que Irak se está convirtiendo en un auténtico cementerio de soldados norteamericanos; que ahí está dejando la zalea una cantidad enorme de hijos del Imperio. Pero los números nos cuentan una historia muy diferente.
El mes de mayo, en Irak murieron 21 soldados norteamericanos. En lo que va de esta semana más personas perecieron, sólo en el estado de Chihuahua, debido a la violencia del crimen organizado y desorganizado. Más aún, ese mismo mes, exactamente el mismo número de soldados gringos perecieron en Afganistán. De hecho, en mayo y junio en Afganistán murieron más soldados extranjeros (americanos, británicos, canadienses, rumanos, húngaros, georgianos y azeríes) que en Irak. Claro que hay tropas de más naciones en el primer país. Pero no deja de llamar la atención que nadie se acuerde de aquel montañoso territorio, y que sea donde al parecer se está dando la verdadera acción.
Además, las bajas de este año son notoriamente menores que en 2007. Tanto en mayo como en junio del año pasado murieron más de cien soldados extranjeros en Irak. Evidentemente algunas cosas les están yendo mejor de lo que pensábamos a los Estados Unidos en la antigua Mesopotamia.
Otro numerito llama la atención: en Afganistán las cosas se están poniendo peores no sólo para los combatientes, sino sobre todo para los civiles. En 2007, durante el primer semestre del año, perecieron 430 de ellos. En los primeros seis meses de este año, ha habido cerca de 700 muertos no combatientes.
¿700 finados por muerte violenta en seis meses? Si no mal recuerdo, en México llevamos casi el triple de eso, entre sicarios, criminales, fuerzas del orden, mirones y desventurados que estaban en el lugar equivocado. O sea que en México se corre más peligro de morir de un plomazo sin deberla ni temerla que ¡en Afganistán! Si somos rigurosos y nos atenemos a la población de ambos países, podemos afirmar que Chihuahua, Sinaloa y Michoacán son mucho más inseguros que las provincias del Norte y el Oeste de Afganistán. De ese tamaño.
Los números no mienten. Y las percepciones distraen. Pero no hay peor engañado que el que se quiere autoengañar.
