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Nunca circula

Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Haz patria: mata a un chilango”.

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Los chilangos nunca hemos mostrado respeto a quienes viven en otros lugares del país. La vieja frase de José Vasconcelos, “La cultura termina donde empieza la carne asada”, se ha convertido para muchos mexicanos en un resumen de la visión que los capitalinos tienen del resto del país. La arrogancia, traducida en desprecio a la cultura y la capacidad intelectual de los fuereños, ha generado una reacción natural de animadversión hacia los capitalinos.

La percepción de los chilangos como discriminadores y soberbios se fortalecerá a partir de este primero de junio ya que las autoridades capitalinas están empezando a aplicar un programa dirigido contra los vehículos con placas de otros estados u otros países.

Ningún auto con placas foráneas puede ya circular en la Ciudad de México entre las cinco y las once de la mañana de lunes a viernes a menos de que cuente con un holograma 0 o 00 de verificación del Distrito Federal o del Estado de México. Quedan exentos solamente los de Querétaro, Puebla e Hidalgo, cuyos gobiernos han aceptado homologar sus sistemas de verificación vehicular con el de la Ciudad de México.

Si usted viene de cualquier otro estado, y quiere entrar a la Ciudad de México, debe esperar hasta después de las once de la mañana para hacerlo, sin importar la urgencia del asunto que tenga que resolver. Si cuando llegue o quiera salir de la ciudad hay una precontingencia ambiental, no se le permitirá circular hasta las 10 de la noche. No importa que usted tenga un auto nuevo con convertidor catalítico o incluso un híbrido. El problema no es de contaminación sino de procedencia de las placas. El D.F. quiere que todos se emplaquen en la ciudad.

Si usted quiere venir a la Ciudad de México, le conviene primero mandar o llevar su auto a la capital para que se le realice una verificación vehicular. Después tendrá que mandarlo o llevarlo cada seis meses para hacerle nuevas verificaciones.

Si su vehículo tiene más de ocho años de antigüedad, no se moleste en presentarlo. A los centros de verificación no se les permitirá verificar vehículos foráneos con esa antigüedad. A éstos simplemente se les prohíbe circular en la Ciudad de México de cinco a once de la mañana de lunes a viernes. Nuestras calles chilangas no están hechas para que las ensucien los fuereños. La única opción es obtener placas del D.F.

Mientras se impide la circulación de vehículos con placas de otras entidades, seguirán moviéndose sin problemas muchos que sí son altamente contaminantes. Algunos no son molestados porque son la autoridad. La mayoría de las patrullas de la ciudad, por ejemplo, nunca pasarían una verificación. Otros se escudan en el hecho de ser vehículos oficiales: las pipas de agua y los camiones recolectores de basura pueden circular arrojando espesas columnas de humo negro porque son propiedad del Gobierno. Las leyes se hacen para los gobernados, pero no para los gobernantes.

Los vehículos que circulan con diesel, a pesar de ser con frecuencia más contaminantes que los de gasolina, no son verificados ni enfrentan restricciones. Simplemente no hay equipos para medir sus emisiones. Los que tienen placas federales, las emitidas por la SCT, también pueden circular sin limitaciones, ni verificaciones.

Las autoridades chilangas aplican la misma arrogancia a sus reglas para los fuereños que los estadounidenses a los visitantes mexicanos. Washington puede exigir visas y rechazar a visitantes mexicanos por decisiones discrecionales, ya que sabe que los mexicanos se someterán a cualquier humillación para tener acceso al territorio estadounidense. Nosotros no podemos exigir visa a los estadounidenses porque nuestros negocios turísticos necesitan sus dólares.

De la misma manera, las autoridades chilangas imponen reglas discriminatorias a los foráneos porque saben que la mayoría de los visitantes acude a la Ciudad de México por necesidad. Los gobiernos de otras entidades no pueden discriminar así a los chilangos porque afectarían los ingresos de sus industrias turísticas. Pero cuidado: el turismo al Distrito Federal ha bajado en un 8 por ciento en los últimos tres años.

En la Ciudad de México tenemos la fuerza, o por lo menos la arrogancia, para imponer estas reglas restrictivas sobre aquellos que han cometido el pecado de tener vehículos con placas de otros lugares. Pero mientras nuestros policías se dedican a extorsionar fuereños a partir de hoy, los chilangos tendremos que entender por qué nos odian tanto en el resto del país.

CONSULTA PÚBLICA

Marcelo Ebrard tiene razón. La reforma petrolera es tan importante para México que debería ser sometida a referéndum. Pero ¿por qué Marcelo no quiso hacer una consulta sobre la legalización del aborto en el Distrito Federal? Porque seguramente la habría perdido. Sí tiene sentido incorporar la figura de referéndum a la legislación mexicana. Yo mismo pedí que se hiciera uno sobre la ley electoral de 2007, aprobada por el PAN, el PRI y el PRD, la cual resultaba violatoria de la libertad de expresión y sumamente impopular; pero los perredistas que hoy impulsan la consulta para la reforma petrolera encontraron entonces que no había que aplicarla para la ley electoral. Por eso decir que sí al referéndum, pero con reglas claras: sobre cuándo se aplica, con qué alcances, y quién y cómo redacta las preguntas.

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