Nueva York.- La campaña del senador demócrata Barack Obama parece un anuncio de sartenes franceses con teflón: nada se le pega. En las últimas dos semanas, el senador ha salido incólume de cualquier ataque que ha sido lanzado en su contra. Como Ronald Reagan lo fue en los años ochenta, Obama es hoy el candidato teflón.
Tal vez le ha ayudado el que en estas últimas dos o tres semanas, los periódicos llenan planas con historias positivas sobre él, los noticieros televisivos dedican generosos minutos a cubrir sus actos de campaña como si fueran el concierto de rock de la estrella del momento. Al tiempo que cualquier ataque negativo pasa pronto a un segundo plano.
El fervor mediático por Obama es tal que el popular programa Saturday Night Live, que se repite en México, hizo una irónica parodia del debate en Texas entre Hillary Clinton y Barack Obama, en el que los supuestos moderadores del debate le lanzan las preguntas más fáciles y hasta absurdas al comediante que imita al senador, como si está cómodo o si necesita un cojín extra, al tiempo que son feroces entrevistadores con la supuesta senadora o de plano la ignoran.
En efecto, es casi imposible prender la televisión sin que haya un reporte noticioso o algún programa especial sobre la campaña de Obama o sobre su vida y su familia. Los medios están viviendo una verdadera euforia por la idea del cambio y por las promesas de Obama que han llegado incluso a forzar comparaciones entre el candidato afroamericano con John F. Kennedy, o de plano han llegado a la franca exageración al comparar a dos personajes tan disímbolos como Michelle Obama y Jackie Kennedy. Después de todo, la esposa de Obama es una mujer de hoy, independiente, socióloga por Princeton y abogada por Harvard, al tiempo que la ex primera dama destacaba justamente por ser una mujer a la antigua, con mucho estilo, pero una mujer que no transgredía los roles tradicionales de género.
Obama se está beneficiando enormemente de este enamoramiento mediático con su persona. Sin embargo, esta sobreexposición mediática de Obama podría resultarle altamente contraproducente en la elección presidencial con el republicano John McCain.
Hasta ahora los medios se han concentrado en la luna de miel, destacando el mensaje positivo, el lado humano y familiar del candidato afroamericano. Sin embargo, los medios televisivos en Estados Unidos se deben al rating y, como me dijo un joven neoyorquino, integrante del “movimiento Obama”: ya es un poco aburrido enterarse que Obama es tan cool todos los días, lo más emocionante de la campaña ahora es el morbo de saber si Hillary explotó, lloró o si ya se quedó sin dinero”.
Precisamente ése es uno de los problemas principales que Obama enfrentará si se convierte en el candidato demócrata. Salvo sus honestas confesiones sobre el uso de drogas en su juventud, salvo el hecho de que aún fuma tabaco, Obama parece un personaje perfecto, sin escándalos, sin ropa sucia, casi divino o deshumanizado. Hasta el momento ningún medio parece haberse dado a la tarea de realizar un amplio escrutinio sobre el candidato. Sin embargo, para la elección de noviembre ante la eventual competencia McCain-Obama los medios no tendrán de otra más que empezar a investigar más detalladamente la vida y obra de Barack Obama.
Los medios están jugando su parte en la definición de la candidatura presidencial demócrata.
Recientemente un reportero de la cadena MSNBC literalmente confesó ante la cámara: es imposible ser objetivo al hablar sobre el senador. Hasta los cartones políticos reflejan este fervor al presentar al candidato como capaz de todo, hasta de caminar sobre el agua.
En otras palabras, Obama está de moda. Si Hillary pierde las contiendas de la semana próxima y se retira, Obama tendrá el reto de probar si su estrategia electoral actual también le funciona frente a McCain y de cara al electorado general y no sólo al demócrata, pero sobre todo Obama tendrá el reto de hacer que su moda de verano no esté choteada para el otoño… genarolozano@gmail.com
