El candidato presidencial georgiano Mikhail Saakashvili se reunió ayer con seguidores en Tbilisi, Georgia, al conocer los resultados preliminares de que lleva la delantera en la carrera política por la Presidencia del país. (EFE)
El presidente Mikhail Saakashvili aparentemente fue el ganador de los comicios presidenciales de ayer, según los sondeos efectuados a boca de urna en esta ex república soviética en la que el héroe de la democracia es acusado ahora de prácticas totalitarias.
Según los sondeos, el presidente habría obtenido un segundo mandato de cinco años con el 53.8% de los votos.
Pero no quedó claro si obtuvo la mayoría absoluta que le evitaría una segunda ronda dentro de dos semanas. Los sondeos a boca de urna tienen un margen de error de más o menos tres puntos.
El principal rival de Saakashvili, Levan Gachechiladze, recibió el 28.3% de los votos, según los sondeos.
Según esos mismos sondeos, el multimillonario Badri Patarkatsishvili quedó en tercer lugar con el 6.2% de los votos.
Saakashvili, educado en Estados Unidos, pasó a ser el símbolo de la reforma democrática tras encabezar las protestas callejeras que desalojaron del poder a un veterano de la era comunista tras unas elecciones amañadas en 2003.
Ahora, el héroe de 40 años de la Revolución Rosa intenta no solamente mantenerse en el poder sino demostrar a sus detractores que sigue siendo el líder democrático otrora tan querido en Georgia y respetado en Occidente.
Tras votar en Tiflis, Saakashvili dijo que está decidido a que las elecciones fueran libres y justas. “Estamos decididos a que Georgia sea un faro de la democracia en esta parte del mundo”, indicó, acompañado de su esposa de origen holandés y sus dos hijas menores.
Sus oponentes le acusan de ignorar las necesidades de los pobres y tener tendencias autoritarias. En noviembre coparon las calles durante cinco días antes que la Policía los dispersara y Saakashvili impusiera el estado de emergencia, prohibiendo las transmisiones de noticias de la televisión independiente.
La campaña de represión enfureció a muchos georgianos y puso en duda la voluntad democrática de Saakashvili.