El cardenal Norberto Rivera Carrera, durante la misa de bendición de las rosas en el marco del 477 aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, hoy en la Basílica de Guadalupe de la ciudad de México. (Notimex)
El cardenal Norberto Rivera aseguró que la virgen de Guadalupe se encuentra también en medio de quienes viven entre los ídolos del dinero, el odio y la corrupción, la mezquindad de los robos, los secuestros y asesinatos, así como la suciedad de la promiscuidad, la violencia y la injusticia.
Al oficiar la misa de la bendición de las rosas en la Basílica de Guadalupe, el arzobispo primado de México aseguró que esta "humilde sierva de Dios" encontró su hogar en estas tierras para quedarse entre los que aman, tienen fe y son perseverantes en la esperanza.
"Pero de igual manera viene por los desfallecidos, por los que han perdido la fe en el camino de los años, los alejados, los que no quieren saber nada de Dios; por los desesperados, por los que se han dejado llevar por las soberbias y los egoísmos, por los que siguen poniendo su corazón en las cosas temporales", señaló.
Ante un santuario lleno, afirmó que esta "doncella de Nazareth" desea "conducirnos por el verdadero camino de la santidad en una profunda conversión; quiere conducirnos por la verdad que nos hace plenamente libres y nos llena de júbilo".
La virgen María también trata de llevar a este pueblo "por la vida plena que nos realiza como seres humanos ayudando a los otros, al prójimo, a descubrir el inmenso valor de su dignidad y de la misión de amor que les ha sido encomendada", expuso.
En una ceremonia que duró casi dos horas expresó que Dios personalmente viene por medio de su madre, Santa María de Guadalupe, y quiere permanecer en medio de nosotros que somos su pueblo, su familia, sus hijos.
Advirtió que si bien Dios siempre respetará la libertad de las personas, "si se le cierra la puerta perderemos el camino de la verdadera justicia y de la paz, viviremos en la desesperanza y en la traición, torceremos nuestro camino por senderos de muerte".
De seguir rechazando a Dios y evitar un encuentro de amor y plenitud con él, "nos cubriremos de mentiras y de errores, y la vida verdadera se nos escapará del alma y del cuerpo", añadió el purpurado.
"Es el mismo Dios y señor quien ha venido a poner su hogar entre nosotros, gracias a Santa María de Guadalupe, quien ha pedido precisamente la construcción de esta casita sagrada para darnos todo su amor, del cual nada ni nadie nos puede apartar", enfatizó.
Mientras en el atrio los "concheros" hacían sus tradicionales danzas a ritmo del tambor de piel y sus cascabeles en los tobillos, desde el altar mayor Rivera Carrera precisó que aceptar a Dios significa que "él pueda habitar en nuestro corazón y juntos poder construir la civilización del amor".
Al finalizar la misa, el cardenal y el rector de la Basílica, Diego Monroy, entregaron un ramo de rosas bendecidas durante la misa a cada uno de los miembros del Cabildo Metropolitano y Guadalupano, integrado por obispos auxiliares y sacerdotes del santuario.