Los padres de jóvenes mexicanos muertos en el bombardeo del pasado 1 de marzo de fuerzas colombianas contra un campamento de las FARC, ofrecieron una misa hoy, 19 de marzo de 2008, en Quito (Ecuador), con las cenizas de sus seres queridos, antes de trasladarse a México. (EFE)
Una emotiva misa en memoria de los cuatro mexicanos muertos en el ataque colombiano a un campamento de las FARC en Ecuador se realizó en un templo de la capital ecuatoriana, donde se recordó a las víctimas como 'mártires de la justicia'.
La ceremonia, que se realizó en la Iglesia del Girón, en el norte de Quito, fue oficiada por tres sacerdotes diocesanos y contó con la asistencia de unas 50 personas, entre familiares de las víctimas y miembros de grupos de derechos humanos.
Frente a los restos mortales de las víctimas, que fueron colocados en pequeñas cajas de madera frente al altar, los presbíteros coincidieron en calificar a los mexicanos como 'mártires que derramaron su sangre por la justicia'.
Rita del Castillo, madre del fallecido mexicano Juan González, dijo en la ceremonia religiosa que tanto su hijo como el resto de sus compatriotas muertos 'derramaron su sangre por la paz y la justicia social de los pueblos de América Latina'.
Con lágrimas en los ojos, la madre de la también difunta joven Verónica Natalia Velásquez, Ana María Ramírez, pidió perdón a Dios a nombre de su hija, ya que 'ella no lo pudo hacer' por lo intempestivo de las circunstancias de su muerte.
'Rezo una plegaria a Dios para que haya paz en su corazón', señaló Ramírez con la voz quebrada, dirigiendo su mirada a una mesa colocada frente al altar de la iglesia, donde en pequeñas cajas se encontraban los restos de las víctimas.
Las cajitas de madera con las cenizas de los cuatro mexicanos fallecidos fueron colocadas sobre una mesa cubierta con la bandera mexicana, al pie de la cual se ubicaron ofrendas florales.
A un costado del altar, en tanto, podían apreciarse las fotografías de los cuatro mexicanos muertos en el ataque al campamento de las FARC, incluida la imagen de Lucía Morett, única sobreviviente mexicana del bombardeo.
El pasado 1 de marzo, tropas colombianas incursionaron en territorio ecuatoriano para atacar un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), operativo en el que murió el jefe rebelde Raúl Reyes y una veintena de insurgentes.
Además de Morett, González y Velásquez, en el campamento se encontraban los mexicanos Fernando Franco y Soren Avilés, quienes fallecieron en el ataque y cuyas identidades fueron confirmadas por las autoridades.
De los cincos mexicanos que estaban en el campamento rebelde, Morett, egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue la única sobreviviente y se recupera de sus heridas en el Hospital Militar de Quito.
El sacerdote Delfín Tenesaca, uno de los oficiantes de la misa, comparó las circunstancias en las que murieron los mexicanos con la Pasión de Jesucristo, que se conmemorará este viernes, en el marco de la Semana Santa.
Recordó que Jesús fue condenado por 'subversivo' y consideró que lo ocurrido con los mexicanos 'no es un episodio nuevo', ya que otros sacerdotes católicos 'murieron en circunstancias parecidas', como el obispo Oscar Arnulfo Romero.
El presbítero Fernando Barrionuevo, por su lado, pidió a Dios el perdón para 'los asesinos' porque dijo que el ataque del 1 de marzo fue 'un asesinato planificado'.
A la misa asistieron el embajador de México en Quito, Héctor Romero, así como varios funcionarios de la legación.
También participaron en la ceremonia religiosa el secretario de la Asociación Latinoamericana para los Derechos Humanos (ALDHU), Juan de Dios Parra, y representantes de otras organizaciones de derechos humanos de Ecuador.
La Aldhu, con sede en la capital ecuatoriana, es una de las organizaciones que ha asumido la defensa de Morett y dos colombianas que sobrevivieron al ataque de tropas colombianas contra el campamento de las FARC en territorio ecuatoriano.
Al término del oficio religioso, los sacerdotes bendijeron los restos de los mexicanos y pidieron un aplauso en homenaje a las víctimas, que se extendió por varios minutos en la Iglesia del Girón, en el norte de Quito.
Una vez finalizada la misa, cada familia procedió a retirar la caja de madera con las cenizas de sus respectivos seres queridos, para llevarse los restos de regreso a su país.
