Cuando uno cree que nuestra clase política no puede alcanzar cotas mayores de ridículo, hete aquí que a diario esos parásitos se empeñan en desmentirnos. Y demostrar que los dineros que nos exprime Hacienda (por cierto, ¿ya hizo su declaración anual, mientras el hígado se le volvía piedra?) sirven para pagar a una caterva de bufones, indignos de representar a una nación de gente pensante. ¿O será que la nación..? Bueno, olvídenlo. El caso es que nuestra casta política se encarga de enseñar el cobre un día sí y el otro también.
Eso sí, lo hacen de maneras sumamente creativas. Hay que concederles que, para hacer el ridículo, demuestran al menos una pizca de imaginación.
Como muestra, un botón reciente: recién reanudadas las actividades normales (¿?) en el Senado, nuestros preclaros próceres empezaron a lanzarse puyas por lo ocurrido en días pasados, con el secuestro de las Cámaras y toda esa ópera bufa.
Una senadora panista abrió fuego contra sus colegas del FAP, como si éstos no necesitaran que les dieran vuelo para que les salga lo rijosos: bailador el indio, y le dan maraca… Raudamente Dante Delgado, ese ejemplo de entereza moral y ciudadano ejemplar (al menos parece haberlo sido desde que salió de la cárcel) se aventó a cuestionar por qué no eran los senadores varones del PAN los que hacían la acusación. Como si una mujer no tuviera la estatura ética o intelectual para hacer cualquier tipo de cuestionamiento.
Y ahí se armó la batahola. Luego de que panistas y frentistas intercambiaran ponzoñosos dardos verbales, el senador del PAN Rubén Camarillo se aventó la puntada de decirle al ex gobernador priista Dante Delgado que “si era caballero”, podían arreglar el asunto ahí afuerita. Para acabar pronto, lo retó a una especie de duelo. O a un pleito atrás de los pinabetes de la prepa, no quedó claro bien a bien de qué iba el asunto.
Aquí hay varias facetas del ridículo. Primero que nada, suponer que un patán rapaz y desvergonzado como Dante Delgado es un caballero, es como pedirle las proverbiales peras al olmo. Si lo que dijo el senador panista fue ingenuidad, sarcasmo o qué, la verdad no lo entendemos.
Por otro lado eso de andar retando a duelo a un contrincante suena conmovedoramente arcaico. Nos hace recordar nuestras lecturas infantiles y un par de sublimes escenas de la película “Barry Lyndon”. Pero que la propuesta provenga de un tipo al que le pagamos decenas de miles de pesos por representarnos… digo…
Ahora bien: ¿y qué tal si nuestros legisladores arreglaran así sus disputas? Con suerte, desaparecería la mitad o más de ellos, en circunstancias mínimamente dignas. No suena mal. La verdad, la nación se los agradecería.