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¿Otra mujer al timón?

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Los que peinamos canas (si es que aún tenemos algo qué peinar) recordamos los tiempos en que dos mujeres formidables aparecían frecuentemente en los noticiarios, conduciendo una al segundo país más poblado de la Tierra; y la otra, a uno muy pequeño pero metido en tremendos líos de manera permanente.

Indira Gandhi condujo a la India con mano de hierro durante largos años. Y coincidiendo en algunos de ellos, Golda Meier fue la primera ministra de Israel. Ambas demostraron que el sexo débil no tenía nada de débil a la hora de tomar decisiones difíciles en política. Junto con Margaret Thatcher, quizá constituyan el trío de dirigentes femeninas más visibles e influyentes del siglo XX.

Esta rememoración viene a cuento porque Israel parece hallarse al borde de elegir a otra mujer para conducir sus destinos en una etapa crítica. La cuestión es si llegará a esa posición de poder. Y en caso afirmativo, si tendrá las capacidades y pantalones de su antecesora, la señora Meier. Por lo pronto, el nombre no le ayuda.

La semana pasada, el partido Kadima eligió a Tzipi Livni como su nueva líder. Ella reemplazará en esa posición a Ehud Olmert, quien renunciara como primer ministro por la serie de escándalos de corrupción en que ha estado envuelto desde hace ya buen rato. El que sea la nueva dirigente del principal partido en el Parlamento israelí no convierte a la señora Livni automáticamente en primera ministra. La política israelí es espantosamente enredada, depende de imponderables bien oscuros y todavía pueden ocurrir muchas cosas. Pero su nueva posición la acerca a la jefatura de Gobierno.

Para muchos, que Livni llegue a primera ministra sería una bocanada de aire puro en una época con el ambiente ya muy viciado. Y es que Livni ha estado muy cercana al proceso de paz con los palestinos, y parece entenderlos. Y si algo necesita Israel para abandonar el estancamiento en ese proceso, es comprender las necesidades y agravios de los palestinos. Los dirigentes israelíes de mano dura de poco han servido para lograr un arreglo permanente, y sólo han atizado los odios para perpetuar el conflicto. Y ya no hablemos de los radicales del otro lado, que tampoco cantan mal las rancheras.

Si Livni llega al poder, lo que podría ocurrir en unos días o unas semanas (les digo que la política israelí es, más bien, bizantina), la esperanza es que Israel cambie el enfoque de intransigencia y dureza que sólo ha retrasado la creación de un Estado palestino y desmoralizado y desprestigiado al Estado judío. Claro que una cosa son las esperanzas y otras las realidades. Pero entre la clase política israelí, repleta de cartuchos ya muy quemados (hagan de cuenta un Parlamento con puros Muñoz Ledos de diputados), la señora Livni representa un elemento fresco y novedoso. Nada más por eso a su elección como primera ministra debemos verla positivamente.

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