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¡Otra vez el Cardenal!

El comentario de hoy

Francisco Amparán

El próximo mes de mayo se cumplirán quince años de que el Cardenal Arzobispo de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo, fuera asesinado en el estacionamiento del aeropuerto de la Perla Tapatía. Y pese al tiempo transcurrido, y las investigaciones que se han realizado en estos tres lustros, el Episcopado Mexicano simplemente no se traga la versión de que todo se debió a una confusión. El mismo sucesor de Posadas, Juan Sandoval Íñiguez, se la ha pasado promoviendo la especie de que en realidad se trató de un crimen de Estado, impulsado por quién sabe qué oscuras fuerzas que nunca se toma la molestia en identificar.

Creíamos que no íbamos a oír nada del asunto precisamente hasta mayo, cuando el aniversario suscitaría los mismos reclamos y muestras de incredulidad hacia la justicia mexicana. Pero la reciente detención del sicario Alfredo Araujo, mejor conocido como El Popeye, al que se vincula con el asesinato del Cardenal Posadas, puso los reflectores sobre el caso antes de tiempo.

Para algunos el asunto no tiene vuelta de hoja: el Cardenal fue víctima de una confusión, dado que viajaba en un automóvil de lujo, y de ésos les gusta traer a los grandes capos del narcotráfico. Y ya sabemos que en ese mundo la máxima a seguir es el muy villista apotegma de “Primero tire y luego virigüe”.

Las distintas investigaciones oficiales apuntan a tal escenario: no hubo complot alguno ni se pretendía asesinar al Cardenal. Éste fue víctima de un caso de identidad confundida.

Pero existen los conspiracionistas de siempre, que señalan la existencia de algunas inconsistencias y detalles por lo menos nebulosos. Desde su punto de vista, un personaje tan importante no puede tener un final tan sangriento por haber sido confundido.

Lo cual, en un país con tantas opacidades como México, sería francamente de esperarse. Lo que llama la atención es que prominentes clérigos y el mismo sucesor del asesinado hagan auténticas campañas para desmentir la versión oficial de los hechos.

No faltan los malpensados que piensan que resulta políticamente más redituable pintar a Posadas Ocampo como un mártir, en lugar de como la simple víctima de un error. Y que se le puede sacar mucho jugo al escenario que lo presenta como ajusticiado por andar desafiando a los grandes y oscuros poderes fácticos que, según esto, controlan México.

Vaya uno a saber. Lo que sí resulta notable es que en este país, por más investigaciones que se realizan, rara vez quedan conformes todos los interesados. Lo que habla volúmenes sobre la confianza que se le tiene a nuestro sistema judicial.

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