A JESÚS
Dame tu fe Señor y no me dejes
el gozo de mi amor no lo desprecies
que sienta tu cariño todo el día
animándome y dándome alegría.
Que siempre identifique yo
tu amor rotundo
que descubra tu presencia y no la mía
que reines en mi alma que confía
y, si fuera delito el adorarte
encantada por ti, lo purgaría.
Del libro:
En el Alarido de lo Inmarcesible.